miércoles, 7 de mayo de 2008

Las imágenes, ¿Es correcto tenerlas, venerarlas o adorarlas? Parte I


Conversando con un colega, surgió la pregunta ¿En qué punto de la historia comenzó la tenencia y adoración de las imágenes? Creo que él tocó un muy buen punto, que tal vez sea la pregunta de muchos y que es el propósito contestarla en este sitio.


Me gustaría destacar algunos textos bíblicos y frases de personas prominentes en el mundo teológico.
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:4-6) texto clave del Antiguo Testamento.
“Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre”. (Hechos 10: 25,26)

“Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”
. (Apocalipsis 22:8,9). Dos textos claves del Nuevo Testamento.

¿Sería lo citado suficiente, para reconocer la desaprobación bíblica del uso de las imágenes y su adoración? Démosle un vistazo a algunas declaraciones de personas destacadas en la conducción de la Iglesia en los primeros siglos de la era cristiana.

“Toda imagen o estatua debe llamarse ídolo porque no es otra cosa que materia vil y profana; y por eso Dios, para quitar de raíz la idolatría, ha prohibido en su culto cualquier imagen o semejanza de las cosas que están en el cielo o en la tierra. Prohibiendo igualmente su fabricación; y es por eso” (Contra Celsum, v.4.MG 11). Clemente de Alejandría 200 d.C.

“¿Para qué postrarse delante de las imágenes? Eleva tus ojos al cielo y tu corazón; allí es donde debes buscar a Dios”(Ad Demetr..pág.191). San Cipriano

“Que no sea nuestra religión el culto de las obras hechas por mano de hombre…Que no sea nuestra religión el culto de los animales. Pues son mejores que ellos los más ínfimos hombres, a quienes, sin embargo, no debemos rendir culto. Que no sea nuestra religión el culto de los difuntos, porque si vivían una vida santa, es imposible creer que desean tales honores, antes desean que demos nuestro culto a Aquél por quien debemos ser participantes con ellos de la salvación. Por lo tanto, tenemos que rendirles honor imitándoles, y no rindiéndoles culto religioso” (De vera Rel., LV, 108; ML 34, 169). San Agustín 389 d.C.

“La única imagen que nosotros debemos hacernos de Cristo es tener siempre presente su humildad, sus paciencia, su bondad, y esforzarnos para que nuestra vida en todo se parezca a la suya. Aquellos que andan en busca de Jesús y de sus apóstoles pintados en las paredes, lejos de conformarse a la Escritura, caen en el error” (De consens. Evang., lib. 1, cap. 10). San Agustín 389 d.C.

Las declaraciones mencionadas, establecen claramente como se percibía la adoración de las imágenes. Esta concepción no es muy grata; en realidad, era algo repugnante que daba ocasión a una severa condenación ya que estaba peligrando la base teológica de la adoración a Dios y la salvación. Las frases expuestas dan a entender que el culto pagano, plagado de imágenes, estaba presente o se estaba introduciendo en la vida y liturgia de la iglesia y fieles.

En este contexto es muy necesario ver, lo que el arte en su aplicación de exteriorizar sus “sentimientos” a través de las formas, colores y sonidos, asienta importantes precedentes que ayudarán para la implementación de esta falsa adoración (adoración de imágenes). Gregorio el Grande (540-604), obispo de Roma en dos cartas a Sereno, obispo de Marsella escribe

“Recibimos las nuevas de que tú, hermano mío, viendo a algunos individuos adorando las imágenes las hicisteis pedazos y las arrojaste. Te alabamos por haber hecho sido celoso de que ninguna cosa hecha por los hombres sea adorada; sin embargo, nuestra opinión es que no debías haber tratado a las imágenes con violencia. Porque las pinturas se ponen en las iglesias para que los ignorantes lean en las paredes lo que no saben leer en los libros. De modo que, hermano mío, debías haberla conservado, prohibiendo a la vez que el pueblo las adore” (Epíst. VII. 3).

“Al prohibir la referida adoración, mereciste nuestra aprobación. Sin embargo, te reprobamos el haberlas destruido… Una cosa es adorar una pintura, y otra aprender lo que ella enseña tocante al que debe ser adorado. De modo que si alguna persona quiere hacer imágenes. No debéis impedírselo; pero sí, de todas maneras, debéis prohibir el culto a las imágenes… y enseñar al pueblo que se postre solo en honor del Todopoderoso y de la Santísima Trinidad” (Epíst. IX. IV. 9)

En estas cartas se explica la observación del papa Gregorio a Sereno, de que las pinturas en las iglesias, eran un “medio pedagógico” de enseñar (no de adorar) a los analfabetos e iletrados creyentes, las doctrinas bíblicas y los asuntos de la iglesia. Pero muy sutilmente, como era por su gran inteligencia, el papa Gregorio deja bien en claro que si alguna persona quiere hacer imágenes, no hay porque impedírselo, pero sí el adorarlas. De esta manera, ya se forma un precedente, los creyentes, según la voz mayor de la iglesia podían tener imágenes pero no adorarlas. El primer paso aquí permitido, es su uso, el segundo paso aquí no permitido, es su adoración (que poco después se permitirá, a pesar de existir varios concilios cristianos que prohibieron el uso y la veneración de imágenes, aspecto que consideraremos en el otro bloque, pero que ahora solo presentaré un adelante.


Unos 290 años antes de que el papá Gregorio dijera tales palabras. En España, en el Concilio cristiano de Elvira, realizado en el año 305 como se expresa en su canon 36, se prohibió expresamente la presencia de pinturas en las iglesias: "Se dispuso que no debe haber pinturas en las iglesias, para que lo que se venera y se adora no se pinte en las paredes".







1 comentario:

JoSem Sierra dijo...

San Clemente no escribió CONTRA CELSUM, lo hizo Origenes.
Sugiero entonces verificar la autenticidad de las citas.