sábado, 12 de febrero de 2011

La Copa


REFLEXIONES DE LA HERMANA ARELYS

Arelys escribe desde Estados Unidos

Mis saludos.


Había dos personas sentadas una al lado de la otra. No podía ver de quienes se trataban porque estaban de espaldas, así que lentamente camine, y me coloque frente a ambas. Quede impactada. Pude ver perfectamente a los dos, sentados allí, cada uno con una copa en la mano. El de la derecha me sorprendió. Era Jesús. El de la izquierda también me llamo la atención. Eras tú.

La diferencia entre ambos era abismal. Jesús levanto su copa dispuesto a beber, pero se detuvo y lentamente fijo los ojos en ti. Tú sudabas. Tus manos temblaban mientras acercabas la copa para beber. No había opción. Había que beberla. No solo tus manos, todo tu cuerpo se estremecía ante el horror de beber el contenido de la copa. Que había dentro de ella? Ayes, lamentaciones, terror, agonía, sufrimiento excesivo, angustia, pena inenarrable, muerte.

Comprendí el motivo por el cual te acercabas la copa a los labios, pero con terror te era casi imposible beber. Gotas de rojo sudor brotaban por tus poros, y los labios expresaban un indescriptible gemido. Jesús se estremeció al verte. Su corazón comenzó a latir fuertemente, mientras lagrimas de amor y compasión empapaban sus mejillas. En un segundo, cuando estabas a punto de beber, Jesús se abalanzo sobre ti arrebatándote la maldita copa.

Hubo un silencio en suspenso. Tus ojos asombrados se fijaron en el rostro tierno y amante de Jesús. Apenas podías creer lo que había sucedido. Pero si, era cierto. Lo que sucedió a continuación apenas lo pudiste comprender. Es más, hasta el día de hoy no lo has podido digerir a plenitud. Suavemente, con ternura y suma bondad, Jesús acerco su copa a tus manos, y tú, al ver su contenido, la bebiste de un sorbo.

Que había en su copa, la copa que bebiste con hondo respiro, gozo y felicidad? Oh maravilla! Estaba colmada de salud, de bendiciones, dicha, sublime gozo, vida eterna y felicidad. Volví entonces a mirar a Jesús. Mi corazón compungido apenas pudo soportar tan cruel escena. Sentado junto a ti temblaban sus manos al aproximarse la amarga copa. Un minuto, dos, eternos instantes...

Sin poder contenerse, apenas sin fuerzas se levantó, y tambaleándose salió de tu lado. Caminó... hasta que no pudieses verle tan cerca. En agonía cayó al suelo. Temblaban sus labios, temblaban sus manos, temblaba su cuerpo. Todo a su alrededor se vistió de manto negro, impidiendo así ver el más tenue rocío de esperanza. Miró al cielo. Pidió que le fuese retirada la copa, mas, por respuesta hubo un silencio sepulcral.

Tomo la decisión. Bebería por ti. De pronto, coloco la copa en sus fríos y pálidos labios, y mientras el sudor ensangrentado de la frente se mezclaba con la muerte y vil miseria de la copa, sorbo a sorbo, bebió hasta el final. Si. Bebió por ti. Tomo tu lugar. Murió por AMOR a ti. Tres días después el Padre le trajo de vuelta a la vida, y hoy, este preciso día, Jesús intercede por ti. Muy pronto estará de vuelta a buscarte. Eres afortunado por haber bebido la copa de la Vida, ahora tu futuro será dichoso, grandioso, eterno y feliz. Estas agradecido?

No crees que esta es una perfecta oportunidad para darle infinitas gracias, y reconsagrarte al que todo lo dio por ti? Eres lo más valioso y amado para Jesús.

Dios te bendiga,

Arelys.

martes, 8 de febrero de 2011

La caja de regalos



REFLEXIONES DE LA HERMANA ARELYS

Arelys escribe desde Estados Unidos


Hola. Me senté, para hacer brotar del alma, con la dirección del buen Jesús, la historia que leerás a continuación.


Era una tarde de verano. El trajín del día mantenía a todos ocupados. Caminando al ritmo de mis propios pensamientos, note adelante una persona que me impresiono. A simple vista era obvio que padecía la más terrible de las desventuras. Le vi con ropas desgarradas, pies descalzos, piel maltratada, mirada perdida, cabello desarreglado... y entre uno que otro gemido, se esforzaba por andar... así, no mas, a la deriva.

Me detuve. Un dolor agudo recorrió mi ser, al ver en esa persona el reflejo de la tragedia, que de algún modo, todos llevamos dentro. Absorta entre el mar de ideas que se atropellaban en mi mente mirando esa pobre alma agonizante, me paralicé de pronto cuando vi que el cielo se abría de par en par.

Lo que a continuación sucedió, en verdad me dejo perpleja. Del cielo rasgado descendió una inmensa caja de regalos adornado del modo más atractivo. Que había dentro? Te cuento: de TODO. Solo para enumerarte un poco, logre ver bellísimos zapatos, ropa muy fina, medicina para todos los pesares, perfumes exquisitos, perdón suficiente para cada desvarío, fe sin límites, esperanza viva, gozo celestial, amor ilimitado, valor inquebrantable, triunfo permanente, vida santificada, felicidad eterna, y mucho, mucho más.

Pensé, ¡Si que es afortunada esa persona!

La enorme caja de regalos con sus cintas doradas fue colocada a los pies del triste caminante, y quede a la expectativa para disfrutar, según creía, de la impresionante transformación. Con recelo vi que aquella persona separo las cintas, abrió la caja, contemplo por un momento los valiosísimos obsequios de que podía disponer, y, Oh torpeza del ser humano!, con frialdad incomprensiva tomo una pequeñísima porción de la fe, un pedacito que otro de esperanza, algunos segundos de gozo, y más que nada se concentro en tomar unas onzas de ayuda y animo, tan solo lo suficiente, como para no morir en cada prueba.

De verdad, no lo podía creer. Como puede ser posible que desechara tan bendecido Regalo celestial? Crease o no, la infeliz victima continuo arrastrando su infeliz existencia, aliviando solo un ápice de su amarga necesidad, teniendo a su mano todo lo necesario para una bendecida existencia, tanto presente, como eterna. Inaudito.

Te gustaría saber quién era esa curiosa persona? Pues no era otra que tú, o yo. Es cierto que nosotros caímos en el más despreciable de los pantanos. El pecado nos destruyo hasta la raíz. Pero el Amor del Alguien fue más fuerte que todo, mas allá de lo imaginable, e hizo súper abundante provisión para cada cosa, no tan solo en la "caja de regalos" incluyo un hombro donde llorar nuestras penas, no tan solo las palabras refrescantes "estarás bien, no te desanimes, Dios está contigo", sino que hay disponible una cantidad TAN enorme de poder, fortaleza, victoria, altruismo, santidad, purísimo gozo, firmeza inquebrantable, y mucho, mucho más.... que no logro comprender PORQUE usamos tan solo un poquitito del grandísimo regalo, e ignoramos la inmensa mayoría, todo lo demás.

No lo puedo comprender. Lo comprendes tú? Qué tal si agradecemos a nuestro Amado Padre Dios por TANTA gentileza, y le rogamos que nos de la capacidad para usar la vasta cantidad extra del regalo, que no hemos aun disfrutado? Todo el cielo ha sido depositado a tus pies. Simplemente el Amor de Jesús por ti no tiene límites. Tus posibilidades son tantas como las estrellas que adornan el firmamento. No hay porque conformarse con una pizca de energía para apenas sobrevivir en la senda cristiana. No hay tan solo un pedazo de tela blanca para secar las lágrimas. No. Hay Vida, hay Poder, hay Gozo, hay Triunfo, hay Todo lo que necesites.

Gracias querido Jesús. Ayúdame a vivir en la dimensión de tu Amor.

Bendiciones,

Arelys.