lunes, 8 de diciembre de 2008

LA IGLESIA Y SUS CRÍTICOS

(fotos del Simposio Bíblico Teológico, en Arica nov. 2008, de Izquierda a derecha, Pr. Derik Orellana {coordinador del evento}, Dr. Alberto Timm {expositor}, Dr. Ricardo Gonzalez {expositor}, Dr. Carlos Mora {expositor})

Alberto Timm, Ph.D (Andrews University) actualmente ejerce como rector del Seminario Adventista Latinoamericano de Teología (SALT) y coordinador de Espíritu de Profecía para la Division Sudamericana. Es miembro también de de la Comisión de Investigación Bíblica de la Asociación General.
Dejo con ustedes una de la ponencias (La iglesia y sus críticos) que presento en el Simposio Bíblico Teológico, preparado por la Misión Norte de Chile, el 14, 15 y 16 de noviembre de este presente año con sede en Arica, cuyo lema fue "El Don de Profecía en el siglo XXI
Vivimos en los días finales de la historia humana, y Satanás está “con gran furor”, pues sabe que le queda poco tiempo (Apoc. 12:12). En su pelea final contra el pueblo remanente que guarda “los mandamientos de Dios” y tienen “el testimonio de Jesús” (Apoc. 12:17), el enemigo se vale de instrumentos humanos dentro del propio pueblo de Dios como sus más eficaces agentes (ver Mat. 13:24-30). Pretendiendo ser parte del pueblo de Dios y demostrando un celo superior para con la verdad, esos agentes consiguen gran éxito en infiltrar dentro de su propia iglesia el mismo espíritu belicoso que siempre caracterizo al “acusador de nuestros hermanos” (Apoc. 12:10). Al mismo tiempo que Cristo nos amonesta a no juzgar las motivaciones interiores de las personas (Mat. 7:1), Él también nos estimula a evaluar las características personales de los profesos portavoces de la verdad, a fin de no ser engañados por ellos (Mat. 7:15-23). Elena de White en su libro La iglesia remanente, pp. 21-31, nos advierte contra los acusadores de la iglesia. Creo, por lo tanto, sería oportuno considerar más detenidamente el perfil de los críticos y sus estrategias, para no ser engañados por ellos y para evitar que nuestras congregaciones sean divididas por ellos. Perfil de los críticos Existen algunos críticos de la iglesia que llevan, por lo menos aparentemente, una vida normal y sin mayores problemas personales. Sería inadmisible, por lo tanto, atribuir el mismo perfil a todos los críticos. Pero muchos de ellos, que conocí personalmente o a través de informaciones biográficas obtenidas de otras personas, revelan por lo menos algunas de las siguientes características: 1. Desequilibrio emocional. Muchos críticos de la iglesia parecen afectados en mayor o menor grado por el así llamado Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). El comportamiento de ellos se caracteriza por un fuerte impulso obsesivo-compulsivo a la agresividad para con todos los que están en desacuerdo con ellos. Todos los que se le oponen son considerados enemigos para ser combatidos en nombre de Dios. 2. Frustraciones personales. Gran parte de los críticos son personas frustradas por no haber conseguido determinado cargo de liderazgo o cierto reconocimiento público, o aún por haber sido destituidos de una función destacada socialmente. No consiguiendo convivir con el “luto” por la pérdida, ellas acaban proyectando sobre otros su amargura personal. 3. Problemas morales y familiares. Algunos de los críticos más agresivos son personas emocionalmente desestructuradas por problemas morales o traumadas por la perdida del cónyuge, por su muerte o separación. Sin la estabilidad de una familia bien estructurada, la persona tiende a ejercer una influencia desestabilizadora sobre otros segmentos sociales, incluyendo la propia iglesia. 4. Dificultades financieras. Algunos de los críticos más amargados son personas que tuvieron estabilidad económica, pero acabaron desequilibrándose financieramente. En muchos casos la persona incurre en infidelidad en los diezmos y ofrendas. No son pocos los que llegan a desviar los fondos de la iglesia hacia sus intereses particulares alegando que hay corrupción en el uso de esos fondos por parte de la denominación. 5. Problemas de autoestima. Conozco personas que fueron maltratadas en la infancia o que acarrean alguna deficiencia física o emocional y que buscan incesantemente algo para superar su baja autoestima. No consiguiendo proyectarse positivamente en la comunidad ellas recurren a la crítica como una forma de superación. No siéndoles conseguida la oportunidad de predicar pasan a criticar a otros predicadores que usan el púlpito. 6. Egocentrismo. Prácticamente todos los críticos son personas egocéntricas, que se colocan así mismas y a sus ideas como un punto de referencia para la espiritualidad de los demás. Aquellos que concuerdan con ellos son tenidos como buenos cristianos; aquellos que están en desacuerdo son considerados como en estado de apostasía. Consideran sus propias ideas como las mejores, y sus juicios como los más acertados. 7. Individualismo e independencia. El egocentrismo de los críticos genera en ellos una postura individualista e independiente que termina por distanciarlos del pensamiento colectivo de la iglesia. Para ellos la libertad de pensamiento individual es mucho más importante que el consejo de los hermanos. Quien esta en desacuerdo con ellos es tenido generalmente como retrogrado o destituido del verdadero espíritu democrático. 8. Espíritu acusador. Los críticos normalmente no se contentan con discutir ideas y conceptos. Para conseguir su espacio, ellos necesitan acusar y rotular negativamente a otras personas influyentes. Con ese mecanismo de auto defensa ellos consiguen transferir sutilmente el foco de atención de sus propios problemas personales hacia los supuestos problemas de otros. En ese proceso recurren a falsedades, no siempre detectables por sus interlocutores. 9. Tendencia generalizadora. El ser humano ya posee una tendencia natural a la generalización, pero los críticos son maestros en esa área. El comportamiento indebido de un líder de la iglesia o de un pequeño grupo de lideres es atribuido como característico de toda la denominación. Consecuentemente los más de 13 millones de miembros de la iglesia alrededor del mundo son responsabilizados por el comportamiento de uno o más individuos (Ezeq. 18:20).
Las características anteriores son frecuentemente encontradas entre los críticos de la iglesia, y nos ayudan a entender mejor el perfil de ellos. Pero ellas por si solas no consiguen explicar como personas con tales características consiguen atraer para si un número significativo de discípulos. Por eso, es importante considerar también algunas estrategias que los críticos usan para diseminar sus ideas. Estrategia de los críticos Las estrategias usadas en el proceso de diseminación de las críticas pueden variar tanto como el propio perfil de los críticos, pero entre las más comunes se destacan las siguientes:
1. Demostración de profundo conocimiento de la Biblia y de los escritos de Elena G. de White. En una época en que gran parte de los miembros de la iglesia carece de un conocimiento más profundo de la Biblia y de los escritos de Elena de White, los críticos aparecen como poseedores exclusivos de ese conocimiento. Una vez reconocidos en la iglesia, ellos no se inhiben de enfatizar lo que les agrada en los escritos inspirados y simplemente descartar lo que no les interesa. 2. Manipulación psicosocial. Una de las formas más comunes de cautivar a los oyentes es a través de la técnica de recitar públicamente gran numero de textos bíblicos o citas de Elena de White, previamente memorizados. Recitando textos que nadie en el auditorio había memorizado, los críticos consiguen vender la idea de que ellos poseen un conocimiento superior a todos los demás, y que ese conocimiento debe ser aceptado como una nueva luz de origen divino. 3. Supuesta originalidad. Muchos críticos desconocen o tuercen las raíces históricas de sus ideas, para dar la impresión de que, finalmente, alguien honesto surgió para restaurar la verdad en su pureza bíblica y para revelar las falsedades de la denominación. De esta forma los oyentes menos esclarecidos no conseguirán identificar la pretendida “nueva luz” como no más que viejas distorsiones doctrinales con las cuales la iglesia ya tuvo que enfrentarse en el pasado. 4. Difamación del liderazgo de la iglesia. No consiguiendo la aprobación del liderazgo de la iglesia para sus teorías personales, los críticos pasan entonces a difamarlos en la tentativa de conseguir adeptos que confíen más en ellos que en los lideres de la denominación. El apóstol Pedro advirtió que en los últimos días surgirán personas atrevidas o arrogantes que menospreciarían “cualquier gobierno” y difamarían las “autoridades superiores” (2 Ped. 2:10) 5. Postura del “salvador de la patria”. Habiendo minado la confianza en el liderazgo de la iglesia, los críticos están en condiciones de ser reconocidos como los únicos poseedores de la verdad y los auténticos líderes del pueblo de Dios. De esta forma, ellos finalmente consiguen asumir una posición de liderazgo que jamás le sería confiada por la propia iglesia. 6. Síndrome de mártir. Cuando la iglesia decide aplicar la debida censura eclesiástica a esos críticos disidentes ellos acostumbran a hacerse las victimas del sistema eclesiástico, considerado por ellos algo tan intolerante como el que persiguió a Martín Lutero. Con esa comparación ellos consiguen más simpatizantes todavía, pues existe una tendencia natural de justicia en el ser humano, de defender instintivamente a las “víctimas” (los que están siendo censurados) y de juzgar a los “agresores” (los que aplican la censura). 7. Discurso 7autobiográfico. Una de las estrategias más usadas, consciente o inconscientemente, por los críticos es de proyectar sobre la iglesia y su liderazgo su propio perfil anticristiano y antiético. Por el principio del espejo ellos se ven reflejados en otros y pasan a acusarlos de aquello que ellos mismos son. Esto no pasa de una actitud de desesperación para consigo mismos que los lleva a proyectar sobre los otros sus propias frustraciones personales. 8. División en las iglesias. Por más atractivo y convincente que pueda parecer el discurso de alguien, permanecen las indagaciones: ¿Cuáles son los “frutos” de la obra de ese individuo (Mat. 7:20)? ¿Sus palabras fortalecen la fe, el amor y la unidad de los creyentes (Juan 17:21)? Pero lamentablemente, la obra de esos críticos han dejado siempre detrás de si un fuerte espíritu de contienda y una gran sensación de superioridad personal, completamente antagónicos a la religión de Cristo (ver Mat. 5:43-48).
Otras estrategias pueden ser usadas por los críticos, pero las arriba mencionadas están entre las más comunes. Como miembros del cuerpo de Cristo, no podemos permitir que tales estrategias nos aparten de “la fe que una vez fue confiada a los santos” (Jud. 3). Consideraciones adicionales Muchos de esos críticos hasta pueden ser sinceros en sus alegatos, pero su obra de difamación no fortalece la fe ni promueve la unidad de la iglesia. Elena de White amonesta que tales personas jamás entrarán en el reino de Dios: “Vi que algunos se están marchitando espiritualmente. Han vivido durante algún tiempo velando para mantener a sus hermanos en el camino recto, observando todo defecto para crearles dificultades. Y mientras hacían esto, su mente no se aferraba a Dios ni al cielo ni a la verdad, sino precisamente donde Satanás quiere que se aferre: a alguna otra persona. Los tales han descuidado sus almas; rara vez advierten sus propios defectos, porque han tenido bastante que hacer para observar los defectos ajenos. Ni siquiera analizan sus propias almas ni escudriñan su propio corazón. Les llama la atención el vestido de una persona, su sombrero o su delantal. Deben hablar a éste o aquél, y esto basta para ocuparlos durante semanas. Vi que toda la religión de algunas pobres almas consiste en observar las vestiduras y las acciones de los demás, y censurarlas. A menos que se reformen no habrá lugar para ellas en el cielo, porque hasta criticarían al Señor mismo.” – Elena G. de White, Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 44 y 45.
La iglesia siempre se enfrentó con críticos belicosos a lo largo de su historia, y el número de esos críticos se intensificará aún más a medida que nos aproximamos al fin. Pero para la iglesia permanece la gloriosa promesa de Isaías 54:17: “Toda arma forjada contra ti no prevalecerá; y tu condenarás toda lengua que se levante contra ti. Esta es la herencia de los siervos del Señor y la victoria proviene de mi, afirma el Señor.” Fuente: Artículo publicado en la Revista Adventista (Brasil), abril del 2005, pp. 16 y 17. Traducido por Ramona Viera.

domingo, 7 de diciembre de 2008

LAS COSAS Y EL CORAZON CERRADO!

Era la noche del primer día, el primero de la semana. Jesús había resucitado, esa debía ser la noticia mas feliz de todas!, Debian los discípulos proclamarla con mucha alegría por todos los pueblos y aldeas. Sin embargo, lo que ensena el evangelio de Juan es una cosa muy diferente de aquello que tendría que suponerse. En el capitulo 20 y versículo 19 leemos la actitud asumida por los discípulos al escuchar de varias personas esta noticia "Cuando llego la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos...". Por que estaban cerradas las puertas cuando deberían estar abiertas? Una palabra lo explica todo, el miedo. Es el miedo lo que provoca el encerrarse entre cuatro paredes, el de no asumir la responsabilidad. el cerrar las puertas es el símbolo de cerrar el corazón. Ese día era de buenas nuevas, las cosas y el corazon no debian estar cerrados!!.