domingo, 22 de enero de 2012

Por primera vez en 400 años. En marzo:El Vaticano revela documentos centenarios de su archivo secreto

Se han escogido cien entre los miles de documentos que se guardan en los 85 kilómetros lineales de estantes del Archivo Secreto.Patricia Mayorga, desde Roma Es la primera vez en 400 años que el Archivo Secreto del Vaticano abre sus puertas, y lo hace en la exposición "Lux in Arcana - El Archivo Secreto del Vaticano se revela", que desde el 1 de marzo y hasta el 29 de septiembre en el Palacio de los Conservadores del Museo Capitolino de Roma permitirá adentrarse en los meandros de mil doscientos años de historia del mundo. Ya sea por su importancia, o porque describen hitos importantes de la historia, ya sea por su originalidad, se han escogido cien entre los miles de documentos que se guardan en los 85 kilómetros lineales de estantes del Archivo Secreto, cuyas instalaciones se encuentran en diversos lugares del Palacio Apostólico, en la Ciudad del Vaticano. Incluso en un búnker subterráneo que se empezó a construir durante el pontificado de Pablo VI y que fuera inaugurado por Juan Pablo II en 1982. Creado en 1612, por orden del Papa Pablo V, el apelativo "secreto" no indica que se trate de un archivo oculto o misterioso, ya que es la traducción del término latino secretum , "privado": porque el Archivo Secreto del Vaticano es de propiedad del pontífice reinante que ejerce "en primera persona la suprema y exclusiva jurisdicción", como se lee en los documentos oficiales. La exposición, organizada en el cuarto centenario de su creación, quiere dar a conocer como funciona, y sobre todo lo que contiene esta preciosa arca cuyos documentos provienen de los cuatro puntos cardinales de la Tierra, y que permanecen perfectamente catalogados desde el siglo VIII hasta el XX. Solamente desde 1881 pueden ser consultados públicamente, aunque su revisión está limitada sólo a pocos eruditos. El título "Lux in arcana" revela el primer objetivo de la exposición: la tenue luz que se filtra y logra penetrar hasta los lugares más recónditos del Archivo, iluminando una realidad que conduce más allá de un conocimiento superficial, permite llegar a las fuentes concretas y abre las puertas al descubrimiento de la historia, gracias a la documentación que muchas veces fue su origen. Desde Norteamérica al Imperio Ming Entre los documentos exhibidos, sin duda uno de los más curiosos es la carta, escrita en corteza de abedul, fechada en 1887, que Pierre Pilsémont, el gran jefe piel roja de la tribu ojibwa o chippewa (que ocupaba gran parte de las tierras que corresponden hoy al estado de Wisconsin, sudoeste de Ontario y nordeste de Minnesota) le mandó al Papa Leon XIII. En la carta, escrita en su propio idioma, el jefe indio que se ha convertido al catolicismo tras la creación de la Vicaría Apostólica de Pontiac en 1882 se dirige al Pontífice como "Gran Maestro de la Oración que representa a Jesús", y le agradece que haya enviado a su tribu un "guardián de la oración", el vicario Narcisse Zéphirin Lorrain. Pilsémont firma la carta especificando que su territorio se encuentra "en el 'Lago rodeado de pasto' (Grassy Lake)" y que la carta fue escrita "en el mes de las flores". Desde el siglo XIX, la exposición permite dar un salto al pasado más remoto y al extremo Oriente con la carta de la emperatriz china Wang al Papa Inocencio III, fechada en 1650: desesperada tras la caída de Pekín, luego de la invasión manchú, huye junto a su hijo adoptivo Yongli y un grupo de súbditos y se refugia en Nanquín, donde se convierte al catolicismo. En la carta, Wang informa al Papa de su conversión y le explica que su nombre cristiano es Elena, en homenaje a la madre del emperador Constantino el Grande, mientras Yongli ha sido bautizado como Constantino. El documento, que se conserva en un valioso tubo de bambú decorado con hilos de oro, está escrito en chino y sobre seda, adornado con encajes y decorado con el motivo del dragón, símbolo del imperio. Está timbrado con el clásico chop , el tradicional sello carmín del Imperio Ming. Las luchas medievales entre la Iglesia y el Sacro Imperio Aún más atrás en el tiempo, la exposición "Lux in arcana" lleva al visitante al siglo XI, al pontificado de Gregorio VII (1073-1085), que en su Dictatus papae (1070) dictó personalmente los 27 axiomas que afianzarían el poder del vicario de Cristo. En ellas, el gran artífice de la reforma conocida como "reforma gregoriana" sintetizó los principios fundamentales de la supremacía del Papa sobre cualquier otro poder terrenal, laico o espiritual. Hasta esa época, la elección del Pontífice tenía que recibir el beneplácito del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico: Gregorio fue el último Papa que tuvo que someterse a esta decisión. El Dictatus papae estableció la facultad del Papa para reformar cualquier sentencia emanada por otros, también la imposibilidad de ser juzgado y la prerrogativa del beso a los pies por parte de los príncipes. Pero la afirmación más severa y que pone en tela de juicio el débil equilibrio que desde hacía siglos caracterizaba las relaciones entre el poder imperial y la sagrada autoridad del Pontífice es sin duda la afirmación XII: "Sea lícito que el Papa destituya a los emperadores". Tendrían que pasar casi dos siglos para que un Papa usara la afirmación XII contra un emperador del Sacro Imperio: podremos conocer la Bula del Papa Inocencio IV Ad Apostolice dignitatis , el documento con el cual el Pontífice destituye al emperador Federico II, nieto de Federico Barbarroja. Las relaciones entre ambos dignatarios habían pasado por una serie de altibajos que culminaron en la fuga del Pontífice primero a Génova y luego a Lyon, en Francia, donde se celebró el concilio homónimo en 1245. En su primera homilía, Inocencio IV afirmó que sus desencuentros con el emperador Federico II, ya excomulgado por su antecesor Gregorio IX, le producían más dolor que cualquier otra cosa. Inocencio IV declaró en la bula que el emperador estaba "prisionero de sus propios pecados, abandonado de Dios y privado de todo honor", por lo que lo destituía "formalmente" de la dignidad imperial. La carta de Enrique VIII y la condena a Lutero Y no podía faltar el documento que dio origen a uno de los momentos más dramáticos de la vida de la Iglesia en sus dos milenios de historia, y que dio origen al cisma anglicano: la petición, en 1530, de Enrique VIII al Papa Clemente VII de anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, para casarse con la joven Ana Bolena. En la muestra conoceremos el suntuoso pergamino timbrado con 81 sellos en cera roja y firmado por 83 altos dignatarios británicos, entre ellos representantes de la Cámara de los Lores, de los Comunes y de la Corte en la que solicitan al Pontífice "lo más pronto posible la nulidad del matrimonio". "¡Mi suerte está echada: desprecio tanto la ira de los romanos, como su benevolencia!": con estas palabras escritas a un amigo, el monje agustino Martín Lutero comentaba la bula Exsurge Domini con la que el Papa León X, en 1520, lo obligaba a retractarse de las 95 tesis apenas publicadas por Lutero en las que criticaba en forma virulenta la venta de las indulgencias por parte de la iglesia romana. Sin embargo, el entorno político y las relaciones siempre tensas entre el papado y el imperio alemán sugieren prudencia e incluso hay altos dignatarios religiosos germanos que defienden a Lutero. Pero el monje ha ido demasiado lejos y un año después, el 3 de enero de 1521, con la bula Decet Romanum Pontificem -en la exposición- el Papa lo fulmina con la excomunión. Se exhiben también documentos de la relación entre Napoleón Bonaparte y el Papa Pío VII, víctima de los edictos imperiales del corso, con quien debió firmar el famoso Concordato en 1801, mediante el cual, entre otras medidas, se entregaba a Napoleón el derecho de elegir obispos y se reconocía el statu quo especial de la iglesia francesa. Procesos célebres: Galileo y los Templarios "Maldigo y detesto los errores que he cometido": obligado a abjurar, el astrónomo y físico italiano Galileo Galilei pronuncia esas palabras el 22 de junio de 1633 ante el Maestro de los Sacros Palacios Apostólicos, la Inquisición italiana, que lo condena por la herejía de afirmar "doctrinas falsas y contrarias a las sagradas y divinas escrituras, que el Sol sea centro de la Tierra, que no se mueva de Oriente a Occidente, que la Tierra se mueva y que no sea centro del mundo". En la muestra se exhibirá toda la documentación del proceso que concluyó con la condena a presidio perpetuo, conmutado en lo que hoy se llamaría "arresto domiciliario". Galileo murió a los 78 años (1642) en su casa, en Arcetri, un pueblito cerca de Florencia. Trescientos cincuenta años más tarde, en 1992, en una sesión plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, Juan Pablo II reconocería públicamente la validez científica de las teorías de Galileo, y, en consecuencia, el error cometido por la Iglesia al procesarlo. Corría el año 1307 cuando el rey Felipe IV de Francia ordenó el arresto en su reino de los denominados "Caballeros Templarios": 700 años después, por primera vez se exhiben los dos documentos que decretarían la desaparición de los monjes guerreros: el proceso propiamente tal contenido en un pergamino de 60 metros y su absolución, un año más tarde, en el documento no oficial del Papa Clemente V, denominado "pergamino de Chinon", este último, ya exhibido en 2007, como facsímil. Documentos de Pío XII Aunque según las normas del Archivo Vaticano es posible consultar la documentación existente solamente hasta el pontificado de Pío XI, dada la importancia de la muestra y con el consenso de la Secretaría de Estado, "Lux in Arcana" expondrá documentos relacionados con el pontificado de Pío XII relacionados con la Segunda Guerra Mundial provenientes de la Pontificia Comisión de Socorros, relacionados con su pontificado y la labor que éste desarrolló en defensa de los perseguidos por el régimen nazi. Pero no habrá textos del Archivo relativos a esta papado. Sergio Pagano, prefecto de dicho archivo, señaló que esta documentación, aún secreta, se abrirá dentro de tres o cuatro años. Las nuevas tecnologías guiarán el viaje en el tiempo: instalaciones multimediales elaboradas con rigurosidad científica y una entretenida narración histórica animarán la documentación exhibida, lo que permitirá al visitante sumergirse en famosos hechos del pasado, con detalles inéditos de los personajes que los vivieron, y en algunos casos también los sufrieron en primera persona. Hay, además, documentos relativos a Federico Barbarroja, Giordano Bruno, Sissi, la emperatriz de Austria, Abraham Lincoln, María Antonieta y Mozart, entre otros.