miércoles, 24 de noviembre de 2010

¡ABUSOS DE MENORES EN LA IGLESIA CATOLICA! ¿POR QUÉ TANTOS?









martes, 23 de noviembre de 2010

El Baile

La Iglesia Adventista del Séptimo Día tradicionalmente ha enseñado que el cristiano no debe bailar, debido a que dicha práctica tiende a menoscabar y destruir la vida espiritual y moral. Sin embargo, muchos se preguntan: ¿Por qué no podemos bailar? Posiblemente conocen lo que enseña la iglesia, pero tienen dudas en cuanto a la base bíblica de tal enseñanza. ¿A caso la Biblia no menciona al baile como una práctica aceptable? Si David bailó delante de Jehová, ¿por qué no lo podemos hacer nosotros?


El baile o la danza se mencionan un poco más de veinte veces en las versiones castellanas de la Biblia. Por ejemplo, la Reina-Valera Revisada (RVR), versión 1960, utilizada por la mayoría, se refiere al baile o la danza en 27 pasajes. El número de veces varía según la versión, debido a que las ocho palabras hebreas utilizadas tienen más de un significado y pueden traducirse de distintas maneras. De un total de 139 veces que se usan estas palabras en el texto original, no alcanzan a 30 las veces que se pueden traducir como baile o danza. La mayoría de las referencias están en el Antiguo Testamento (22 veces en la RVR), mientras que las 5 referencias del Nuevo Testamento se circunscriben a los Evangelios sinópticos.

Bailes o danzas con fines religiosos o de diversión

Un análisis de los 27 pasajes en los que la versión RVR se refiere al baile o la danza muestra que, con una sola excepción, en todos los casos se trata de una expresión de sano gozo y alegría, generalmente asociada a la adoración religiosa. Muchos pueblos vecinos de Israel practicaban el baile o la danza con otros fines, como el baile orgiástico y excitante de los cultos idólatras, o la danza fúnebre acompañando las ceremonias mortuorias. Pero los israelitas fueron diferentes. No se registra ni un solo ejemplo de danza sensual, ni tampoco de danza fúnebre en la Biblia. Por el contrario, la danza o el baile eran manifestaciones puras e inocentes de júbilo, la mayoría de las veces asociadas con la alabanza a Dios. Consideremos los textos más representativos.

Un buen pasaje para comenzar nuestro estudio se encuentra en el capítulo 3 de Eclesiastés, donde Salomón ilustra poéticamente el principio de que Atodo tiene su tiempo. Para ello se vale de una serie de contrastes bellamente arreglados en pares paralelos, un recurso típicamente hebreo. En el versículo 4 dice que hay Atiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar. La idea es clara: bailar es una expresión de alegría en contraposición a endechar, así como reír denota gozo en contraste con llorar. La palabra hebrea que aquí se ha traducido como Abailar significa básicamente Asaltar, y así se traduce en siete de los nueve pasajes donde aparece en todo el Antiguo Testamento. En realidad, aun en nuestra cultura es muy común la manifestación de alegría mediante pequeños saltos, conducta que se puede observar en los niños cuando reciben una buena noticia, o en los jóvenes y adultos cuando festejan un gol en un partido de fútbol. Similarmente, en Salmos 30:11 y en Lamentaciones 5:15, la danza se presenta como sinónimo de alegría en contraste con el lamento o el luto, que en estos textos se considera un resultado de la providencia divina.

El Antiguo Testamento presenta varios ejemplos de manifestaciones de alegría valiéndose de esta expresión. Uno puede imaginar a una adolescente, la hija de Jefté, que al recibir a su padre victorioso expresa su júbilo brincando inocentemente, como lo registra Jueces 11:34. De la misma manera, las mujeres de Israel salieron a recibir a Saúl y a David cantando y danzando para festejar el triunfo sobre Goliat y los filisteos (1 Sam. 18:6). En una oportunidad anterior, las mujeres israelitas habían expresado su gozo por la liberación milagrosa en el Mar Rojo mediante cantos y danzas (Exo.15:20, 21). En este caso, el canto y la danza fueron una manifestación de gratitud y alabanza a Dios.

Este y otros casos evidencian que, contrariamente a lo que ocurre en la cultura occidental, la danza en los tiempos bíblicos estaba estrechamente asociada con la adoración y la alabanza a Dios. El ejemplo más conocido es el de David encabezando la procesión que llevaba jubilosamente el arca a Jerusalén. Vestido con un efod de lino, atuendo característico de los sacerdotes, ADavid danzaba con toda su fuerza delante de Jehová” (2 Sam 6:14). Se puede entender mejor el significado de esta frase al leer en el versículo 16 que David ASaltaba y danza delante de Jehová”. Nuevamente se presenta la danza como una manifestación física de alegría mediante saltos. Efectivamente, el relato enfatiza que el traslado del arca se realizó con gran alegría y júbilo (vs. 12, 15).

Es en este contexto que se aclara el sentido de las invitaciones del salmista a alabar a Jehová con danza, registradas en Salmos 149:3 y 150:4. Los últimos capítulos de Salmos utilizan un lenguaje figurado para llamar a la creación entera, animada e inanimada, a alabar a Dios. Si bien no se puede tomar en forma literal todo lo dicho, estas expresiones referidas a la danza como parte del culto divino eran perfectamente normales para la mentalidad oriental. ALa danza en los tiempos bíblicos era una manifestación externa de gozo santo, que se realizaba con el mismo espíritu con que se elevaban cantos de alabanza u oraciones de agradecimiento (Comentario bíblico adventista, t. 1, p. 584; ver también el t. 2, p. 626).

Características de las danzas bíblicas

Del análisis de los textos bíblicos surgen claramente dos características del baile o la danza tal como la practicaban los israelitas en tiempos del Antiguo Testamento.

En primer lugar, nunca bailaban en grupos mixtos. Danzaban las mujeres solas (Éxo. 15:20; Juec. 21:21, 23; 1 Sam. 18:6, 7; 21 :11, 29:5); o la hija de Jefté sola (Juec. 11:34); o David solo (2 Sam. 6:14, 16, 21; 1 Crón. 15:29); pero nunca en grupos mixtos.[1] La única excepción se encuentra en Éxodo 32:17-19, donde Moisés dice que el culto al becerro de oro estaba acompañado de cantos (que de lejos padecían Alaridos de pelea) y danzas. Los israelitas habían aprendido a rendir este tipo de culto en Egipto, donde se adoraba al buey Apis, que representaba a Osiris, el dios Sol. El baile que usaban los egipcios en la adoración al buey Apis era indecente y sensual, e iba acompañado del más grosero libertinaje. Con los sentidos embotados por la ingestión de bebidas alcohólicas (Exo. 32:6), los israelitas se entregaron a una orgía desenfrenada. Dios la sintetizó diciendo que el pueblo se había Acorrompido (v. 7). La palabra traducida Acorrompido es la misma que se utiliza en Génesis 6:12 para describir la condición del mundo antediluviano: AToda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Evidentemente el Señor tenía sobrados motivos para desaprobar enérgicamente este único caso que se registra en la Biblia de un baile realizado por hombres y mujeres juntos. En todas las otras referencias bíblicas, el baile o la danza era realizada por un solo sexo.

En segundo lugar, el baile o la danza de los israelitas no se realizaba como una diversión sensual sino como una expresión de gozo o una manifestación de alabanza y adoración a Dios. En contraste con el baile desenfrenado que practicaban las naciones vecinas como parte de sus cultos idólatras, la danza de los israelitas no era pasional ni licenciosa. No existe pasaje bíblico que insinúe una connotación sexual para la danza.[2] Si ese hubiera sido el caso, se encontrarían alusiones a la danza en el Cantar de los Cantares; pero en este libro el baile o la danza no se mencionan siquiera una vez. Por otro lado, hay suficientes indicaciones en cuanto a la forma como se bailaba o danzaba en Israel como para descartar completamente todo propósito lujurioso. Las palabras hebreas dan la idea de saltos y movimientos circulares, sea en rondas o en forma individual, o como parte de las procesiones religiosas. Tampoco hay referencias a bailes realizados de noche, sino de día y al aire libre. Además el atuendo de los participantes consistía normalmente de túnicas largas y sueltas, que no llamaban la atención a las formas del cuerpo.

Por todas estas características, entonces, es evidente que el baile o la danza de los tiempos bíblicos no era una diversión licenciosa. El único caso de baile excitante y sensual mencionado en la Biblia es el de la hija de Herodías, quien danzó seductoramente para el rey Herodes y sus huéspedes en el día de su cumpleaños (Mat. 14:6; Mar. 6:22). De hecho, no es éste un ejemplo digno de imitar, pues tuvo como consecuencia inmediata la muerte de Juan el Bautista, y la extinción de la última oportunidad para arrepentirse que tenía Herodes.

Si los tiempos cambiaron, ¿no deberían cambiar los principios?

Hasta aquí el análisis de las referencias bíblicas acerca del baile y la danza. Lo realizado por los israelitas, ¿justifica que los cristianos del siglo XX participen de los bailes? Por lo ya expuesto podemos contestar simplemente que NO (ver Patriarcas y profetas, p. 766).

Pero alguien podría preguntar: ¿No podríamos hacer bailes religiosos, como en los tiempos del Antiguo Testamento? La respuesta nuevamente es negativa, por varias razones. En primer lugar, porque vivimos en una cultura diferente que la del Antiguo Testamento. Aunque el ser humano tiene las mismas emociones y sentimientos en todas las culturas, la forma de expresar esas emociones o sentimientos varía entre una cultura y otra. Las diferencias culturales se ven en todos los aspectos de la vida. Los principios que rigen la vida del creyente y su adoración son universales, pero la forma de aplicarlos varía. Por ejemplo, los hebreos manifestaban reverencia ante la presencia de Dios quitándose los zapatos, cosa que en nuestra cultura se considera una grave falta de reverencia y de respeto. Otro ejemplo es la exteriorización de tristeza y arrepentimiento, que los israelitas indicaban rasgando sus vestidos y colocando ceniza sobre sus cabezas, lo que en nuestra cultura sería visto casi como una expresión de desequilibrio mental. Una diferencia similar ocurre en relación con el baile y la danza, que para la mentalidad israelita tenía un sentido muy diferente al que tiene en la sociedad con‑ temporánea occidental.

Hay otras razones. Mientras que la danza se relaciona con el culto más de una vez en el Antiguo Testamento, no ocurre lo mismo en el Nuevo Testamento, que no contiene ninguna referencia al baile como parte de la adoración. El baile se menciona solamente en los tres primeros Evangelios, y está totalmente ausente del resto del Nuevo Testamento. Los apóstoles se refirieron a la organización de la iglesia y la forma de realizar el culto, incluyendo el canto, la oración la predicación y la Cena del Señor, pero no dijeron ni una palabra acerca de la danza como parte integrante del culto. El baile o la danza tampoco se mencionan al describir la tierra nueva ni al detallar la adoración futura de los redimidos en el cielo.

Orientaciones del espíritu de profecía

A pesar de esto, a principios de nuestro siglo hubo un grupo de creyentes que procuraron introducir el baile en el culto. Elena de White escribió que las reuniones de este grupo se realizaban con Amucha excitación, con ruidos y confusión, mientras muchos de los presentes Asaltaban, danzaban y gritaban (Mensajes selectos, t. 2, p. 38). Inmediatamente, el la presentó en el nombre del Señor un reproche contra esas manifestaciones, y advirtió: AEsas mismas cosas que habéis explicado que ocurrían en Indiana, el Señor me ha mostrado que volverían a ocurrir justamente antes de la terminación del tiempo de gracia. Se manifestará toda clase de cosas extrañas. Habrá vocerío acompañado de tambores, música y danza. . . Y a esto consideran como la actuación del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nunca se manifiesta en esa forma. . . Y agregó: ANo debería estimularse esta clase de culto (Ibíd., pp. 41, 42). Sin lugar a dudas, ningún tipo de danza es apropiado para la adoración a Dios en nuestra iglesia.

Al aplicar el principio basado en Filipenses 4:8 y su contexto al baile secular de nuestros días, es evidente que no podemos aceptarlo como una recreación apropiada para un cristiano. No es una actividad pura y de buen nombre, dado que busca esencialmente la excitación sexual mediante el contacto físico y movimientos insinuantes y provocativos. De esta forma, el baile abre la puerta para quebrantar el límite señalado por Dios en cuanto al sexo para el bien de sus hijos (véase El hogar adventista, p. 452). ALa diversión del baile, como se practica actualmente, es una escuela de depravación, una terrible maldición para la sociedad (Mensajes para los jóvenes p. 397).

Al considerar por qué un cristiano debe mantenerse puro, a veces se puede caer en el error de pensar que hay que evitar la inmoralidad; solamente porque Dios la prohibió. Por supuesto que esto es cierto, pero es necesario entender la razón por la cual el Señor la negó. Por un lado, porque sabe que la inmoralidad es terriblemente destructiva para el creyente. Por otro lado, porque la impureza moral nos impide tener comunión plena con el. De ahí que no obedezcamos el mandamiento solamente para evitar el castigo de la muerte eterna sino, además, y por encima de todo, porque al haber aceptado a Cristo nos unimos a el y comenzamos a vivir en estrecho compañerismo con él (1 Cor.6:17).

La orden bíblica de huir de la fornicación (1 Cor. 6:18) significa abstenerse de todo lo que induce a la inmoralidad. Huir en este caso no es evidencia de cobardía, sino de valentía y fidelidad a Dios. Como seres humanos pecadores nos cuesta huir de la tentación porque nos atrae, pero también porque tememos el ridículo y nos da vergüenza ser diferentes. Al entregarnos a Cristo como nuestro Salvador, el Señor hace en nosotros lo que nosotros no podemos hacer. APorque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Tim. 1:7).

Fuentes sanas de esparcimiento

Creo que, felizmente, la gran mayoría de los adventistas no asistimos a los bailes; pero quizá no huimos totalmente de la tentación, y nos detenemos a mirar como otros bailan, ya sea personalmente o, lo que es más común, en la pantalla. Parece un placer inofensivo que no nos afecta moralmente. Sin embargo, Jesús explicó que se puede transgredir el séptimo mandamiento sin necesidad de cometer ninguna acción: ACualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adultero con ella en su corazón (Mat. 5:28). Tan serio es esto que el Señor continuo diciendo: APor tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno (Mat. 5:29). Esta imperiosa necesidad de evitar la contemplación de escenas impuras se ejemplifica en el testimonio de Job registrado en el capítulo 31 de su libro, los versículos 1, 2 y 4: AHice pacto con rnis ojos: ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? Porque ¿que galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas? . . . ¿No ve él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?

Luego de analizar las razones por las cuales consideramos que el baile es inconveniente para un cristiano, quisiera sugerir que tenemos acceso a una gran cantidad de recreaciones sanas que pueden ocupar su lugar brindándonos mucho más que el baile. La necesidad de relacionarnos socialmente puede ser atendida mucho mejor mediante otras actividades que nos permiten cultivar amistades profundas y duraderas dentro de un marco de respeto hacia los demás y de pureza moral, que cuenten con la aprobación de Dios.

Al profundizar nuestra amistad con Cristo, vamos aprendiendo a encontrar recreaciones en las que él puede participar. Nos acostumbramos a preguntarnos si él se sentiría cómodo de acompañarnos en tal o cual recreación. Y nos habituamos a gustar más y mas de lo que él puede aprobar. Al contemplar diariamente a Cristo se renueva y transforma nuestro entendimiento, y llegamos a comprobar que la buena voluntad de Dios es Aagradable y perfecta (Rom.12:2).

La verdadera felicidad no se logra mediante placeres como el baile, sino mediante la comunión con el Señor. Porque Ael hombre, creado para ser compañero de Dios, puede hallar su verdadera vida y desarrollo únicamente en ese compañerismo. Creado para hallar en Dios su mayor gozo, en ninguna otra cosa puede hallar lo que puede calmar los anhelos de su Corazón, y satisfacer el hambre y la sed interiores (La educación, p. 120).

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[1] La traducción de la versión Reina Valera Revisada de 2 Samuel 6:5: "Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová", es incorrecta. La palabra sahaq, que aparece 36 veces en el Antiguo Testamento, no significa danzar sino Areirse, divertirse, burlarse o jugar. Las mejores versiones en castellano la traducen Aregocijarse o Acelebrar en este pasaje, no danzar. De modo que este texto no indica que el pueblo en su conjunto, hombres y mujeres, hayan danzado en la procesión que trasladó el arca. El hecho de que el autor de 2 Samuel utilizó palabras diferentes para referirse por un lado a la danza de David y por otro a la alegría de todo el pueblo, debiera prevenirnos de traducir sahaq por danzar, lo que se corrobora por el significado de esta palabra en el resto del Antiguo Testamento.


[2] Alguno podría pensar que Isaías 3:16 se refiere a una danza de carácter sensual. En este pasaje Dios condena Aa las hijas de Sion porque se ensorberbecen, y andan con el cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando (tafaf), y haciendo son con los pies. El término hebreo tafaf aparece sólo esta vez en todo el Antiguo Testamento, y significa literalmente Adar pasos cortos o Acaminar con paso menudo, lo cual no necesariamente es danzar. La actitud de las hijas de Sion, sin embargo, dejaba mucho que desear y aparentemente era provocativa.


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Carlos A. Steger es doctor en Teología. Actualmente se desempeña como vicerrector académico de la Universidad Adventista del Plata.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Halloween, de las brujas a los muertos!

La fiesta pagana de Halloween se celebra el 31 de Octubre de cada año. Es una fiesta nacional en Estados Unidos, Canada e Inglaterra. Tiendas aprovechan la oportunidad para vender disfraces, dulces y caramelo. De cierto, este es un evento esperando por el mundo secular cada año. Pero la pregunta que nos queda por hacer es la siguiente: ¿debe un cristiano celebrar este tipo de fiesta?

Para poder contestar esta pregunta correctamente debemos trasladarnos a la historia y ver el surgimiento de esta fiesta y su trasfondo como fiesta pagana.

La celebración del Hallowen se inició en los Estados Unidos alrededor del año 1845. Existen indicios de que antes de esa fecha los peregrinos que llegaron a ese país provenientes de Europa habían prohibido dicha celebración; pero en el año 1845, miles de inmigrantes irlandeses inundaron Nueva York a causa de una escasez de papas. Fueron ellos los que trajeron consigo una vieja fiesta religiosas de los sacerdotes galos llamados “druidas”, la cual gradualmente se propagó por el resto del país.

La celebración original no era llamada por su nombre actual de Halloween; empezó mucho antes de la era cristiana entre los antiguos celtas (bretones, galos, escoceses e irlandeses). El fin del verano marcaba el inicio del Año Nuevo Céltico; éste se celebraba ofreciendo sacrificios al “Señor del Cielo y de la Tierra”: Samhain o Saman. La celebración se constituía en un día festivo llamado la “Vigilia de Saman”. La imagen de ese dios pagano era la de un esqueleto sosteniendo una hoz o guadaña en su mano que más tarde llegó a ser conocido como La Muerte. El 1º de noviembre era la fecha en que los celtas celebraban el Día de la Muerte. Por esa época las hojas de los árboles caían, oscurecía más temprano y las temperaturas bajaban. Ellos interpretaban estos fenómenos estacionales como un decaimiento de su dios sol, el cual pensaban ellos, estaba perdiendo fuerza porque Samhain lo estaba subyugando.

Adicionalmente ellos creían que el día anterior, el 31 de octubre, Samhain se reunía con los espíritus de todos los que habían muerto el año anterior. Estos habían estado confinados a habitar en cuerpos de animales durante todo un año como castigo por sus malas obras, y en la víspera de la fiesta, el 31 de octubre, se les permitía regresar a sus antiguos

hogares a visitar a los vivos. Para proteger a éstos, el sacerdote dirigía a la gente en ceremonias de adoración diabólica en las que eran quemados como ofrenda caballos, gatos, ovejas negras, bueyes y seres humanos, para apaciguar a Samhain y evitar que los espíritus de los muertos los lastimaran.

Los Druidas o sacerdotes, eran ministros quienes asimismo realizaban sacrificios humanos como ofrendas que servían para apaciguar la ira de los dioses. “La Vigilia de Samhain” era pronunciada en la primera Bretaña So-wein. En un intento de cristianizar este día de adoración pagana, en el año 800 la Iglesia Romana movió el Día de Todos los Santos del mes de mayo al 1º de noviembre. En inglés este día se llama el “All Hallow’s Day” que pronto se acostumbró llamar “All Hallowe’en”, y que pronto fue abreviado a Halloween que hoy en día conocemos. Los satanistas establecieron entonces la noche anterior, el 31 de octubre, como la noche de “Todos los Demonios”, para que estos penetraran la noche anterior, consagrándola mediante hechizos, maldiciones y horrores.

ORIGEN DE LOS DISFRACES

La noche del 31de Octubre los druidas fabricaban una enorme fogata de año nuevo. Quemaban animales, cosechas y seres humanos como sacrificios a su dios sol y a Samhain, su dios de la muerte. Durante esta ceremonia diabólica la gente usaba disfraces hechos de cabezas y pieles de animales. Entonces practicaban adivinación, saltaban sobre las llamas o corrían a través de ellas, bailaban y cantaban. Todo esto era hecho para ahuyentar a los malos espíritus. Los disfrazados iban de casa en casa, cantando y bailando. Sus máscaras con sangre coagulándose y sus grotescos disfraces servían para verse ellos mismos como espíritus malignos, y así engañar a los espíritus que entrarían ese día y evitar

ser lastimados por ellos.

TRATO O TRUCO

Si por alguna razón alguien olvidaba disfrazarse o no podía engañar a los demonios vistiendo pieles de animales u otros disfraces, había una forma de exorcizarlos: haciendo con ellos un trato de comida y fruta y proveyendo al espíritu errante de albergue para la noche. Si el demonio quedaba satisfecho con su trato, no le harían truco arrojándole un hechizo maligno que le causara estragos. Los druidas en Irlanda recorrían los vecindarios y alrededores la noche del 31 de octubre para colectar ofrendas a Satanás. Ellos cargaban linternas, bolsas de dinero y varas de caña puntiagudas. En cada casa demandarían un específico importe. Si el dueño de la casa no daba la ofrenda, el druida castraría al humano con la vara o a uno de sus preciados animales. Años después, los granjeros irlandeses, emulando la costumbre druida de antaño, iban casa por casa rogando por comida para sus antiguos dioses. Buena suerte era prometida a todo aquel que donaba, pero amenazas eran hechas contra aquellos que no daban.

EL HALLOWEEN HOY EN DÍA

No es difícil reconocer las similitudes entre las antiguas celebraciones de los celtas y sus sacerdotes paganos, con las costumbres aparentemente ingenuas de la celebración del día de Halloween de nuestros días. Los disfraces, aunque hoy son más variados y no solamente se utilizan cabezas de animales, son un fiel reflejo de la antigua costumbre. Asimismo lo son las visitas de casa en casa pidiendo dulces y la frase que utilizan de “truco o trato” con la amenaza de hacer travesuras a aquellos que se atreven a no dar lo que se les pide. Estas celebraciones parecieran ser inofensivas y hasta simpáticas.

El comercio y la sociedad las han aceptado y son ampliamente publicitadas. Hay todo un movimiento social que organiza celebraciones en casas, fiestas en clubes, los establecimientos comerciales adornan con motivos alusivos a prácticas ocultas, y aún los sectores más radicales de la cristiandad guardan silencio ante una práctica que ya no solo es exclusiva de la sociedad norte-americana, sino que ha llegado a Latinoamérica como un producto de importación más de la sofisticada sociedad de consumo norteamericana. ¿Qué daño podría haber en Halloween? Más sin embargo puede ser un día dañino y peligroso.

EL DAÑO DEL HALLOWEEN

Sin pecar de fanatismo, es necesario que revisemos los significados y las consecuencias que trae para nosotros, nuestras familias y la sociedad, la celebración del Halloween. Son varios los aspectos que debemos estudiar pero al menos aquí trataremos tres de ellos.

Halloween enfatiza la violencia y la muerte

El 6 de Enero de 1988 en California, la conocida periodista Ann Landers escribió una columna titulada “Los padres deben atacar la violencia”. En ella se relataba un episodio en el que una maestra de cuarto grado les pidió a sus estudiantes escribir un breve ensayo de lo que más les gustaría hacer en Halloween. El 80 % de sus estudiantes de 9 años de edad expresaron que desearían “matar a alguien”. Estas ideas los niños las han sacado de la TV y Halloween está desensibilizando a nuestros niños con la glorificación de la violencia, muerte, mutilación y sangre. Considere por un momento las películas “Pesadilla en la calle del Infierno”, “Halloween” y “Viernes l3″. Éstas son muy populares para ser vistas en la fiesta de Halloween. En estas películas se expone el sadismo, la violencia sexual, satanismo, tortura, mutilación y los más extraños asesinatos que lleva inconscientemente a nuestros niños a copiar esos comportamientos.

Halloween enfatiza el horror y el miedo

Para un niño una visita a una “casa embrujada” creada para Halloween podría ser una pesadilla. El sicólogo Marvin Berkowitz, de la Universidad de Marquette dijo: “Algunas casas embrujadas pueden incluso espantar a un adulto; los niños deberían entrar a ellas con un correcto estado mental” y recomienda que los padres “deben hacerle saber al niño que puede ser traumatizado con una experiencia como ésta”. Un trágico producto del miedo, en la vida de los niños a temprana edad y en la adolescencia, es el interés e involucramiento en los fenómenos sobrenaturales de lo oculto.

Halloween enfatiza lo oculto

Halloween es dañino porque atrae las personas a lo oculto. Muchos niños son introducidos a prácticas ocultistas en las fiestas del Halloween, y atraídos a lo oculto por el poder que les ofrece. Otros lo ven como el mayor significado de la rebelión contra los padres. Personas que nunca se involucrarían en prácticas ocultistas en otro tiempo, lo experimentarán en fiestas de Halloween con sesiones, tablas de Ouija, levitación y otros rituales. Hace algunos años se detectaron instrumentos corto punzantes en las golosinas. Estadísticas reportan un incremento

en las desapariciones de niños durante las fechas próximas a la celebración del Halloween (los satanistas realizan sacrificios humanos en esa celebración). Halloween es un día siniestro con raíces ocultistas. Es un día que honra a dioses falsos, demonios y a Satanás. A los cristianos que creemos en la Biblia como la palabra revelada de Dios a nuestras vidas, se nos instruye con las siguientes palabras: “…y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien Reprendedlas.” Efesios 5.11

El cristiano y Halloween

Desde una perspectiva cristiana, la celebración del Halloween no honra a Cristo. Sin embargo en nuestros días es más celebrado que nunca. Muchos adultos Ven esa noche como la única del año en que ellos pueden disfrazarse y actuar tontamente. Pero mientras niños y adultos imitan inocentemente las costumbres celtas, aún mayores prácticas persisten. Las brujas y los satanistas aún consideran Halloween como una de las épocas más fuertes del año para lanzar un hechizo. En Halloween la mayoría de los que practican la brujería participan de un ritual llamado “bajando la luna”. En este ritual, según ellos, la bruja principal de la convención se convierte en un canal para la diosa luna. Las brujas y los satanistas son, por supuesto, una pequeña minoría.

Pocas personas que celebran Halloween hoy en día alguna vez piensan en la oscuridad que sobrecoge a la mayoría de las prácticas del Halloween.

Una alegre niña disfrazada con un sombrero negro de punta y su respectiva vestimenta, difícilmente piensas en la muerte o en los espíritus de los difuntos. Ella piensa en dulces y diversión. Ella está entusiasmada con su disfraz especial. Y espera con ansias el peregrinaje casa por casa. Los comerciantes también se anticipan al 31 de octubre, la venta de dulces,disfraces, decoraciones y golosinas para fiestas hacen al Halloween una de las temporadas con mayores ventas en el año.

El apóstol San Pablo escribió: “Todo me es lícito” . El se refería en esa ocasión a la libertad que tenemos de comer, inclusive lo sacrificado a los ídolos, ya que después de todo, los poderes sobrenaturales que se pretenden desatar en la celebración no tienen potestad sobre aquellos que pertenecen a Cristo. Pero a continuación de esa frase Pablo añade otra: “todo me es lícito mas no todo me conviene.” (1 Cor. 8.9).Por tanto es a la luz de esto que los cristianos necesitan examinar cómo celebran el Halloween.

Pablo dijo que no dañaría a un cristiano comer carne sacrificada a los ídolos. Después de todo los dioses paganos a los que se les había sacrificado no eran dioses reales. En la misma luz, él probablemente diría que a los cristianos no se les prohíbe disfrazarse, o ir de trato o truco o asistir a fiestas de Halloween.

Después de todo, “sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios” (1 Corintios 8.9). Pero nos amonestó a que nuestra libertad “no venga a ser tropezadero para los débiles”. Durante el Halloween los niños en particular son los débiles. Podríamos estar abriendo a nuestros hijos a las influencias del ocultismo. Además los cristianos nos encontramos eternamente en las manos del Señor, pero eso no es verdad en la mayoría de las personas a nuestro alrededor. Nosotros que hemos encontrado la vida en Jesús, deberíamos tener cuidado que nuestra libertad no impida a otros encontrar la misma vida eterna.

LO QUE DICE LA PALABRA DE DIOS

La Biblia nos alienta siempre a tener “puestos los ojos en Jesús”. En esa noche del año, la mayoría de los ojos no están puestos en Jesús sino en una imagen siniestra. La profesión de fe del cristiano lo lleva a la vida eterna, a un gozo que no tiene sombras. ¿Deberíamos realmente enfocarnos en el diablo, brujas y otros seres malignos, aún por una sola noche?

La Palabra también dice: “No seas hallado en ti quien… practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos” (Deut.18.9-11) y también: “y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”. Si nuestros hijos se visten de brujas y hechiceros, si colgamos adornos de fantasmas en nuestras ventanas, ¿qué hacemos, sino imitar lo maligno? Necesitamos aclarar como cristianos que las brujas y los malos espíritus no son divertidos ni inofensivos, sino representaciones de una realidad: que el reino de las tinieblas trata de atraerte hacia él, alejándote de la verdadera fuente de vida que es Jesucristo.

ALTERNATIVAS CRISTIANAS

La celebración del Halloween es dañina y no glorifica a Dios. Debemos compartir esta convicción con nuestras familias. Hemos de remplazar la celebración del Halloween con algo que no esté asociado a ella en manera alguna. Como cristianos sería mejor que tuviéramos una noche familiar y hacer algo especial juntos. Podemos usar un principio que llamaremos del remplazo. La Palabra de Dios nos instruye en Romanos 12.21: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.

Debemos renovar lo malo. Explique a sus hijos porque ya no está celebrando el Halloween, pero remplácelo con algo que glorifique a Dios. Sea creativo, haga una fiesta cosecha que enfoque a Cristo y la provisión que tiene para usted. Haga una fiesta de video cristiana. Haga una reunión de Gloria, donde se canten canciones cristianas y se predique la palabra. Forme un grupo y vaya de puerta en puerta (no disfrazados) y comparta pasajes del evangelio y luego reúnanse en grupo después para compartir sus experiencias.

Mi desafío más grande es éste: Considere en oración lo que Cristo quiere que usted haga. Que su deseo seas el de Santiago. “Someteos pues a Dios: resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y El ser acercará a vosotros.” (Sant. 4.7-8).

Como cristianos, tenemos bastantes razones para celebrar. Mientras el mundo a nuestro alrededor se enfoca en actividades que honran al miedo y a la muerte, nosotros podemos celebrar a Aquel que da la vida.

Haga una fiesta de celebración a Dios, con niños y adultos también, vestidos como personajes de la Biblia y/o figuras de la historia Cristiana. O simplemente haga una fiesta pero no use ninguno de los símbolos usuales del Halloween en la decoración ni en las actividades.

La mayoría de las librerías cristianas tienen pequeños volantes acerca del Señor. Esto podría unirse a los dulces y dejarlos en cada bolsa que nos presenten. Durante la noche en que las convenciones de satanistas y brujas se reúnen para lanzar sus hechizos y llevar a cabo sus grotescos rituales, parece apropiado para los creyentes reunirse para alabar al único y verdadero Dios.

Alabe a Dios por su victoria sobre la muerte, Satanás, el infierno y sobre todo mal. Ore por todas las personas que no saben que Jesucristo quiere darles paz con Dios y vida eterna. Ore porque Jesús se revele en sus mentes y espíritus. En San Salvador varias Iglesias Cristianas se están uniendo para celebrar juntas el 31 de octubre de cada año, una noche de guerra espiritual y desenmascarar la mentira del Halloween. Junto a la alabanza al Señor, presentarán teatro cristiano con una coreografía impresionante, música inspirada y la verdad de Cristo. Únase a ellos y sea parte de esta guerra contra las tinieblas.

Haga lo que estime conveniente como cristiano pero lo que sea que haga en el día de Halloween, planifíquelo de acuerdo a esta guía bíblica “Hacedlo todo para la Gloria de Dios”

(1 Corintios 10.31)