sábado, 7 de mayo de 2011


viernes, 6 de mayo de 2011

Pablo y Romanos 7:7-25

          

             Tomemos dos situaciones con las mismas personas, Adán y Eva antes del pecado y después del pecado. La Ley antes de existir el pecado no tenía ningún enseñoreamiento sobre el hombre y la mujer, no había ninguna sujeción de ellos hacia la ley, sin embargo, todo lo que hacían era de acuerdo y bajo la ley. No había falta a la ley. Hombre y mujer vivían en estado de perfecta conciencia, mientras vivían en ese estado de perfección ni siquiera en el pensamiento estaba la posibilidad de la falta. Ley y hombre convivían en completa armonía.

         Después del pecado, físicamente la ley se enseñorea del hombre (hombre del hebreo Adam equivale a humanidad).  como el hombre ahora con naturaleza orientada hacia lo malo siempre esta haciendo lo malo, siempre esta adulterando la ley, solo muriendo es que el hombre se libera de la ley, de cualquier ley, podrán cobrarle a la familia, pero al muerto nada pueden hacer. Hasta acá se puede entender fácilmente este aspecto.

             Esto tiene un matiz diferente ahora cuando se habla en el plano espiritual. El pecado cuya esencia es espiritual pero práctico en lo físico, cambia la relación de las cosas con el individuo. Por naturaleza pecadora somos condenados, nadie en esta tierra, ni más bueno ni más malo merece recibir la vida eterna. La vida eterna proviene de quien tiene vida eterna en si mismo, que es Dios. Pero Dios "muere" en la persona de su Hijo, puse entre comillas porque Dios nunca muere, sin embargo, en este misterio de la encarnación inexplicable, Dios experimentó la separación, el sufrimiento, el pecado y la muerte a través de Jesús.

             Cristo triunfa sobre el pecado y la muerte, él, que tenía vida en si misma la vuelve a tomar y ahora la puede dar a sus hijos. Ahora, todos nosotros que estábamos vivos y condenados por la ley, necesitamos morir para ser libres de la ley. Necesitamos morir espiritualmente, pero al pecado, para que otra realidad espiritual sea la que controle nuestro ser (espiritual) y nuestros actos (material). Muerto al pecado, inhabilita a la ley sobre nosotros, no tiene ninguna injerencia o superintendencia sobre nuestra vida. Es el fruto del Espíritu que gobierna nuestra vida, es viviendo la vida de Cristo como la ley no tiene ningún efecto sobre nosotros.
    
                    Suena lindo hasta aquí y hasta fácil, sin embargo, Ahora viene otra cara del triangulo. El pecado hace conocer la ley a la persona espiritual, que es aquella que ha aceptado a Cristo. Mientras vivía sin Cristo, vivía sin ley, pero aceptado Cristo, toma ocasión el pecado por medio del mandamiento (porque la ley acusa la violación) para hacer caer y destruir la nueva vida. Mientras se esta en Cristo se vive en armonía con la ley y por tanto, el pecado no toma ocasión para muerte.

                    Pero esta es otra cara del triángulo, El hombre que conocía el pecado y vivía en enemistad con la ley, sin tener conocimiento de la ley. Ahora que ha aceptado el señorío de Cristo vive en enemistad con el pecado que conocía y en paz con la ley que no conocía, pero que ahora conoce. Ley que no puede sentenciarlo ni condenarle, pues no hay falta a sus principios.

                  Pero esta es la otra cara y última del triángulo. El hombre espiritual tiene dos naturalezas, la carnal y la espiritual. Se supone que mientras vivía sin Cristo tenía solo la carnal, pero, ahora a conocido a Cristo y predomina la espiritual. Una debió morir cuando la otra nació. Debió morir la carnal para dar nacimiento a la espiritual, a la de Cristo. Esto sucede cada vez que una persona acepta a Jesucristo como Salvador Personal. Podría pensarse que con eso basta, no obstante, si eso sucediera, hablaríamos de gracia barata, prédicas muy comunes en ciertas iglesias. Pero como el nacimiento no asegura una vida plena, pues solo se nace, ahora hay que trabajar en el crecimiento. Por ello Pablo comienza en el capítulo 8:1 "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu"

                  Andar conforme al Espíritu tiene que ver con el crecimiento. No es una vez salvo siempre salvo, es como el eslogan falso que se escucha muchas veces en las iglesias y que a veces creemos que es así "Una vez conquistador, siempre conquistador", muchas personas fueron conquistadoras desde pequeño, estuvieron enrolados en clubes y actividades de conquistadores, pero después cuando pasó el tiempo y crecieron, se apartaron del club, de las actividades y nunca más se asociaron a ellos. Así mucha gente hace "Una vez salvo siempre salvo", esto es tremenda mentira, solo justifica en la transgresión una y otra vez. Si piensas que por bautizarte en la iglesia y tu nombre es inscrito en el libro de la Vida fue todo, no te engañes, es solo el comienzo. Es cierto que Cristo nos salvó cuando pagó el precio de nuestro pecado que la ley exigía.  Pero, ahora tiene que venir un crecimiento espiritual y esta labor la hace el Espíritu Santo. 

                 Tu puedes ir a la iglesia todas las veces que quieras, devolver el diezmo, ser generoso en las ofrendas, hacer obras caritativas, tener responsabilidades eclesiásticas, pero eso no te salva, si no buscas continuamente el hacer la voluntad de Dios, y ésta esta en una conformidad completa a su palabra. Entones el hombre con las dos naturalezas debe enfrentarla a ambas, desarmar una y dejarla lo más débil posible, porque no podrá ser arrancada hasta que Cristo venga. En la aceptación a Cristo hay un tema de voluntad, Dios no anula nuestra conciencia en la toma de decisión ni la anula una vez que lo hemos aceptado. Debe haber un esfuerzo humano en la salvación, debe haber una parte en este proceso, que es el de buscar como hacía Cristo en los días de su carne "ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lagrimas al que le podía librar de la muerte...,"(Hebreos 4:7) 

               Y a la otra naturaleza, la espiritual, la que ha aceptado seguir la voluntad de Dios alimentarla, sustentarla. Pablo desde el versículo 15 hasta el 23 habla en presente, casi todos los verbos son usados en este tiempo. Esta es una lucha no del futuro, no del pasado, es del presente, es la lucha continua del cristiano que ha aceptado a Dios pero que vive en este mundo de pecado, mundo que desconoce a Dios y lo blasfema cuando habla en su nombre, y dice ser embajador de los cielos y representante ante los hombres. 
          
                   En estas dos naturalezas, la ley condena a una y absuelve a la otra mientras se esté en este mundo caído. Nuestra mente renovada obedece a Dios, pero nuestra naturaleza pecaminosa nos hace caer una y otra vez. El pecado es reconocido gracias a la Ley de Dios que actúa como termómetro para indicar la fiebre del pecado. A veces esto será en tal magnitud que nuestros ojos difícilmente puedan discernir tal  dualidad, por eso nos unimos al apóstol en su desesperación "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? pero la respuesta viene más pronto que la misma confusión "Gracias doy a Jesucristo Señor nuestro".



lunes, 2 de mayo de 2011

Bin laden, Una verdad medio mentira

Todas las empresas mediáticas amasaran una gran fortuna con la noticia de que Bin laden ha muerto. Ese era un de los tantos hechos que se esperaban en cualquier momento, aunque hasta ahora, solo se ha afirmado que tienen un 99,9 % de seguridad de que es el según el estudio del adn. Países simpatizantes de la lucha guerrillera del acaecido líder se abanderan a la causa que el declaraba en su "guerra santa". Por otra parte, la gran mayoría de los países celebran esa muerte y lo ven como la caída del terrorismo, aunque por supuesto prevén amenazas de alto riesgo.

Dios es una persona que denota en un 100% la verdad. La exactitud de su existencia negada o cuestionada por algunos o creída por otros, la podemos percibir a diario. Su presencia no vista acomoda la frase "ver para creer". La verdad de Dios la podemos entender cuando leemos la Biblia que tiene un 100% de mensaje perfecto, aun así, es todavía un mensaje muy opaco de lo que es Dios. El hombre pecador no puede recibir de Dios algo tan perfecto, pues no podría seguir viviendo. Solo en la dimensión de fe es que entendemos a Dios y en esa, tenemos la exactitud de que en un 100% él existe y da vida a los hombres. ¡Que extraordinaria belleza!