miércoles, 27 de febrero de 2013

HERMENEUTICA BIBLICA - algunas obras que nos ayudan a conocer el tema;

Generalmente a las personas, hoy en día, les cuesta leer ciertas obras de carácter teológico, especialmente si son largas e incomprensibles, salvo si son profesionales del área o si gusta de ello. Por eso pongo a disposición el resumen y una breve reseña critica personal de algunos libros y artículos sobre hermenéutica, algunos son de denominación adventista, otros no, pero que enriquecen todos el estudio de la interpretación bíblica. De esta manera tienes en tus manos un resumido tratado que sin duda te puede ser útil a la hora de leer e interpretar la Palabra de Dios. LIBRO “LA ESPIRAL HERMENEUTICA” DE GRANT R. OSBORNE Al abordar este gran, instruido y extendido libro, muévase la inquietud personal para encontrar la esencia de la tesis, donde fue necesario al autor investigar en18 capítulos y dos apéndices su teoría hermenéutica y darla a conocer en su publicación. Después de un breve epítome describiré como ficha crítica mi parecer. En la parte introductoria, se exterioriza no como idea propia sino como idea general y tradicional de que la investigación exegética se subdivide en un estudio inductivo (actuamos directamente con el texto por medio de las herramientas exegéticas y formamos nuestra propia conclusión de él) y deductivo (interactuamos con las opiniones establecidas de otros investigadores que nos lleva a reelaborar nuestras concepciones propias). En el diagrama, en una adaptación de Eugene Nida y Charles Taber’s, se resume que; el estudio inductivo mira primero el lado teológico exegético, aquí se encuentra el libro – pasaje – idea central. Se comparte con el lado deductivo, el estudio gramatical, semántico y sintáctico. En terreno ya deductivo está el estudio teológico del background o fondo extendido, bíblico, histórico, sistemático y por último homilético. Asi se desarrollan estas diez etapas propuestas desde el inicio que marcarían la ruta de la pesquisa. Los 18 capítulos que le siguen están subdivididos en 3 partes, la primera bajo la premisa de “Hermenéutica General”. Aquí el autor trabaja por separado el Contexto, la Gramática, la Semántica, en ella están las falacias semánticas y la teoría semántica básica. La Sintaxis y por último el fondo histórico y cultural. En la parte segunda cuyo título es Análisis de Género, Osborne trabaja la Ley del Antiguo Testamento, la Narrativa, aquí se destaca, la interpretación de la narrativa bíblica, la metodología de la narrativa crítica, las debilidades del análisis narrativo y las metodologías principales para estudiar los textos narrativos. Sigue en esta segunda parte considerando la Poesía, Sabiduría, Profecía, Apocalíptico, Parábolas, Epístolas y el Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento. Y la tercera y última sección, La Hermenéutica Aplicada, trabaja con la Teología Bíblica, Teología Sistemática, Homilética I: Contextualización y Homilética II: El Sermón. Estos dos últimos capítulos son sumamente importantes ya que la predicación de la Palabra de Dios juega tiene una papel preponderante en este libro y está dentro del esquema principal de la espiral hermenéutica propuesto por el autor. Para ello, a partir de la exégesis, el predicador tiene que investigar las Escrituras y así evitar la precomprensión que tantos oradores e investigadores caen. Por esto, en el prefacio del libro, Grant R. Osborne enfatiza que no hay mayor privilegio o alegría que el de estudiar la Palabra de Dios. La preocupación de Dios fue tan grande que envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Y por tanto, de nosotros amerita un estudio responsable lo más cuidadoso posible de la hermenéutica, ya que posibilita una correcta interpretación de la voluntad divina revelada por inspiración en la Palabra de Dios. Los dos apéndices rematan esta extraordinaria obra ya que enfatizan primeramente, El Problema del Significado: las cuestiones y segundo, El Problema del Sentido: hacia una solución. Reseña crítica… Estamos sin duda ante una gran obra, muy completa, no tanto por el número de sus páginas, como por la argumentación de su juicio, fresca, transversal y diferente propuesta de hermenéutica. Una inferencia principal de este libro es la nueva perspectiva que genera la interpretación de la Biblia en forma de resorte o espiral. El investigador no está encerrado en una caja o en un callejón sin salida. El movimiento libre y espontáneo permite viajar fluidamente al lector en la búsqueda correcta del texto bíblico, que debe finalizar por medio de la exégesis en la proclamación de la Palabra de Dios. Uno de los ejemplos para entender esta fluidez incesante y horizontal es por ejemplo, la propuesta de Osborne de que lo literario e histórico del texto cohabitan de manera interdependiente en el texto narrativo. Uno de los aspectos más subrayados que encuentro personalmente en este libro, aparte del énfasis en la proclamación del evangelio como la conclusión de la verdadera hermenéutica, es en el abordaje a la relación “Autor – Texto – Lector”. Este triunvirato es la secreción comunicacional que proporciona por deducción la literatura. El texto es el protagonista – es el centro – es lo que debe proclamarse, anunciarse, el texto bíblico es el que envía el mensaje comunicacional del autor al lector, está entre ambos. Cabe entonces una interrogación, ¿Cuál de los tres es el más importante y trascendente en la búsqueda de la correcta significación original del texto? Esta pregunta se hace porque de cierta manera, todos los que abordamos el texto bíblico nos encontramos en esta línea de batalla. Sabiendo que el autor no está presente en la interpretación que pudiera hacerse del texto, cabe destacar que la elucidación tiene punto de partida y llegada de meta con el lector, lo que nos incluye a todos nosotros. Escuelas de interpretación han propuesto que cualquiera sea, uno sobre los otros dos, es el más culminante, ya sea el autor, texto o lector. Osborne, de cierta manera se opone a esto ya que responder exhaustivamente a este detalle sería muy complicado y plantearía la interpretación como algo objetivo, cosa que esta lejos de la realidad exegética. Por eso, él propone que basarse en la plena objetividad en el sumario de la interpretación carece de soporte. El autor dice “…el significado nunca es autónomo del contexto. No podemos ignorar ya sea el “mundo de la vida” subjetivo del lector o el “mundo social” subjetivo del texto”. Enfatizar de manera unilateral el énfasis en el “lector” se llevaría a correr cierto riesgo que sería pernicioso. En este planteamiento del autor-texto-lector, cobra mucha fuerza y es tan necesario por el hecho de que muchos intérpretes van al texto con un considerable número de sesgos obtenidos por presuposiciones incorrectas. Las presuposiciones son cambiables por nuevas cuando el lector se pone “enfrente” al texto y no detrás. La modificación se hace cuando se hace la interrogación al texto y este obtiene una nueva precomprensión dejando la antigua de lado. El intérprete puede participar de manera creativa interrogando al texto en aquellas lagunas abiertas, y llenando esos espacios con las mismas insinuaciones del texto ya que en varias partes de las Escrituras no se encuentra la información detallada. Con un nuevo entendimiento, el lector no permitirá que sus antiguas presuposiciones impidan escuchar el mensaje verdadero. A esto se suma una transformación legítima que va desde la incomprensión hacia el entendimiento. Cuando nos enfrentamos al texto bíblico, nuestra mirada, cosmovisión, experiencia, estudios nos dicen lo que queremos decir, hacer y creer. Es una limitante constante, y las Escrituras no tiene muchos textos para apoyar eso que queremos creer, a menos que esté apoyado en ella. Por esto, es importante el ser limpio y transparente al abordar el texto y comprender cuándo se habla por ejemplo, en metáfora o profecía y cuando esta última tiene aspectos de lo primero. Ahora, La Espiral Hermenéutica pone un punto de discusión diferente. “No se casa” con ninguna teoría. Su propuesta, no busca tanto el definir lo que un texto dice, aunque si es importante” como la contextualización de ese pasaje para nuestro tiempo que permita ser anunciado. Por eso el objetivo en si mismo no es la exégesis, como decíamos arriba, a donde se quiere llegar es, que se proclame la Palabra de Dios. La mayoría de las hermenéuticas se esmeran en descubrir o recuperar el sentido más exacto del texto. Pero el fin de este espiral, que en realidad no tiene fin es la predicación del evangelio. El texto debe entregar su significado y para ello, es imprescindible las herramientas que conduce a numerosos análisis por hacer, ya sean gramaticales, semánticos, históricos, lingüísticos, etc. Pero, el resultado final debe ser lo más importante, y éste debe ser siempre dado en forma de espiral, o sea, que nunca debe terminar, la proclamación del evangelio. Por eso para el autor, la contextualización es el objetivo necesario de interpretación. En el capítulo 18 que trata sobre el sermón, el autor escribe en la página 434. El sermón es el mecanismo de construcción de puentes que une el mundo antiguo de los textos bíblicos con el mundo moderno de la contextualización. La congregación es el hormigón que une estos dos mundos cuando el predicador trata de ayudar a la congregación a entender la relevancia del texto de su propia vida. Creo que este toque que le agrega Osborne, tal vez sea lo que marque la diferencia con los diferentes manuales “frios y calculados” que juegan siempre con el “dato duro” de hermenéutica que circulan libremente en la mayoría de las casas de estudio, cuyo propósito final es saber lo que el texto dice más exactamente. Su admonición más que para el teólogo avezado, es para los teólogos que están comprometidos en predicar la palabra de Dios. El autor trasciende la barrera erudita, pasando ya por ella, para aterrizar en el aeropuerto de la necesidad congregacional de escuchar la poderosa Palabra de Dios.