jueves, 22 de enero de 2009

CURIOSIDAD SANTIFICADA

Oleo de Annibal Carraci, pintor italiano, siglo XVI y XVII, estilo Barroco Italiano,
Curiosidad Santificada por Ángel Manuel Rodríguez
¿Qué le sucedió a la naturaleza divina de Jesús mientras estuvo en la tumba?Por años se me ha hecho esta pregunta, pero he sido reacio a responderla. ¿Por qué? Las Escrituras no ofrecen una clara respuesta. Esto significa que cualquier cosa que yo diga lindará en la especulación. Déjenme señalar, primero, que esta cuestión ha sido discutida por la iglesia cristiana y, segundo, iré de lo que sabemos a lo que no podemos afirmar con certeza (aquí es donde está el peligro). La teología a menudo se enfrenta con la especulación; intenta salvar las brechas de nuestro conocimiento basándose en el conocimiento que tenemos.
1. El descenso de Cristo al Hades: La iglesia cristiana ha especulado con respecto a la experiencia de Cristo mientras estuvo en la tumba. Esto estuvo basado, en cierta medida, en la doctrina de la inmortalidad del alma. ¿Qué es lo que le sucedió al espíritu/alma de Jesús mientras estuvo muerto? Para responder esto, algunos de los primeros cristianos desarrollaron la enseñanza del descenso de Cristo al infierno. De acuerdo con esta posición, durante los tres días en que el cuerpo de Jesús estuvo en la tumba, su alma estuvo predicando a las almas de los encarcelados en el infierno, quizá ofreciéndoles la oportunidad de la salvación. Nunca hubo un consenso claro con respecto a lo que estuvo haciendo específicamente allí o a los resultados de su misión en el mundo de ultratumba.
2. El estado de los muertos: La Biblia no apoya la idea de la inmortalidad del alma. Cuando una persona muere, pierde la conciencia y nada sobrevive de ninguna manera. Esto sugeriría que la naturaleza humana de Cristo experimentó la muerte de la forma en que la experimentamos nosotros; es decir, ninguna parte de su naturaleza humana sobrevivió a su muerte física. En el momento de la resurrección, no tuvo que evocar el alma o el espíritu del cielo para que se uniera a su cuerpo muerto.Esto implica que tenemos que limitar nuestra pregunta acerca del papel de la naturaleza divina de Jesús mientras estuvo en la tumba. Ciertamente descendió a la tumba (Mat. 12:40; Hech. 2:24, 25; Efe. 4:9; Apoc. 1:18).
3. La unidad de las dos naturalezas: Sabemos que, a través de la encarnación, el Hijo de Dios unió su naturaleza divina a la naturaleza humana, y esta unión es eterna (Juan 1:14; 1 Cor. 15:25-28). En otras palabras, la unión de las dos naturalezas es permanente e inquebrantable. Si esto es correcto, podemos sugerir (note que es una sugerencia) que las dos naturalezas permanecieron unidas incluso en la tumba. La naturaleza humana murió, mientras que la divina no. No murió porque es imposible que Dios muera.¿Podemos decir más que esto? Por supuesto que podemos (ahora nos estamos moviendo al campo de la especulación). Yo sugeriría que, dada la unión de la naturaleza humana de Cristo con su naturaleza divina, que no podía morir, fue capaz de experimentar de una manera única lo que sucede cuando mueren los humanos.Recuerde que la muerte es la paga del pecado; y puede ser que el Hijo de Dios estuvo en la tumba durante tres días como resultado de asumir la responsabilidad por nuestro pecado y nuestra culpa. Su separación de Dios permaneció mientras estuvo en la tumba. Esta separación terminó cuando el Padre habló al Hijo y éste salió de la tumba por medio del poder de la vida divina que había en él por naturaleza, y que impartió vida nuevamente a su naturaleza humana.
4. La naturaleza divina descansó: Aun cuando el Hijo de Dios estaba en la tumba como resultado de tomar nuestro lugar, su naturaleza divina descansó. Esto es sugerido por su grito de triunfo sobre la cruz: "Consumado es" (Juan 19:30) antes de expirar. Su obra de redención había llegado a su final y ahora la tumba era un lugar de descanso, no de conflicto. Su victoria sobre los poderes del mal y el pecado estaba asegurada. La creación fue seguida por el descanso divino; ahora la redención o la re-creación también fue seguida por el descanso divino. La naturaleza humana descansó en el sueño de la muerte, mientras que la divina descansó en la plena seguridad de la victoria. La naturaleza específica de ese descanso sigue siendo un misterio. De algo podemos estar seguros: su resurrección abrió las puertas de la tumba para nosotros.

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