domingo, 22 de junio de 2008

JOVEN FUI, Y HE ENVEJECIDO...


David, quien escribe este salmo acróstico (37), fue una persona que desde su adolescencia fue llamado por Dios para cumplir una misión que otro había dejado de lado. Su juventud fue demasiadamente intensa, por lo que pasó fugas. Ahora reflexiona en su senectud y aconseja a nosotros los lectores, que desarrollemos la confianza, no en los músculos, no en las destrezas militares, no en la lozanía y vigor de la juventud, no en la lógica de ideas, sino en Dios, porque ...Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sabes reuel que leio tu trabajo eesta interesante

yared