sábado, 9 de abril de 2016

“Si hijo eres de Dios..."

En consideración a la Lección de Escuela Sabática Nº 2 de esta semana que se titula “Comienza el ministerio", quisiera hacer un alcance a la parte del martes que trata sobre “Las tentaciones" que toma la cita de Mateo 4:1-12 como referencia, pero de manera particular a la expresión “Si eres Hijo de Dios" que aparece en el verso 3 y 6.

Generalmente la expresión “Si eres Hijo de Dios" se enseña desde el punto de vista de la duda, a manera de presión, que Satanás quiere poner en Jesús. Es como si Jesús llegara a pensar que es o no Hijo de Dios y lo por tanto de eso dependería el poder o no hacer el milagro.

Revisando un poco más estos versículos y mirados en su contexto y en un contexto más amplio que incluye a toda las Escrituras notamos que en el griego del Nuevo Testamento la oración no aparece redactada de igual manera, además se percibe un aspecto gramatical importante que puede cambiar el sentido sintático de la oración.

En el griego se lee (transliterado) “ei huios ei tou theou" que traducido sería “si hijo eres de Dios". En el griego del Nuevo Testamento hay cuatro oraciones condicionales, una de ellas, la oración condicional real es la que ocurre en esta declaración del versículo 3 y en el versículo 6. Esta oración condicional real utiliza la conjunción subordinada “ei" = “si". que una traducción más correcta sería “ya que", “dado que", “puesto que". Esta conjunción “ei" se expresa junto con un verbo en modo indicativo, en este caso corresponde al verbo “ei" = “eres" que es la segunda personal del verbo intransitivo “eimi"= ser o estar. Y el resultado de esta oración se expresa en el modo indicativo o imperativo, aspecto que sucede en los dos versículos aludidos. En el versículo 3 aparece a continuación de “si hijo eres de Dios" el imperativo “dí", y en el versículo 6 aparece el imperativo “arrojate".

Por tanto, una mejor traducción sería “ya que Hijo eres de Dios, Dí que las piedras estas panes lleguen a ser". Satanás acá no esta dudando de la divinidad de Jesús, al contrario, está tomándolo como un elemento importante para que Jesús haga el milagro y así pueda desobedecer la voluntad de su Padre. El elemento que está en cuestión acá no es la duda sobre su filiación divina, sino sobre la relación de obediencia con su Padre. En Marcos 1. 24 los demonios reconocen intuitivamente la divinidad de Jesús, algo parecido sucede en Mateo 27.40 cuando se burlaban de Jesús en la cruz. La expresión de escarnio tuviera sentido si realmente implicitamente estuvieran públicamente reconociendo su divinidad (solo en el sentido de mofa), para que entonces, Jesús al usarla se safara de la cruz.

No habría ningúna problema para que las piedras se conviertiran en pan, de hecho, una de las manifestaciones del venido Mesías sería la multiplicación de los panes, y en momentos posteriores iba a acontecer. No obstante, Jesús había sido llevado a una relación de ayuno y dependencia con su Padre, y en ese contexto convertir las piedras en pan hubiera roto esa relación de humillación y arraigo. Como bien dice Aune en su World Biblical Commentary citando a McNeile “no es correcto cuando dice que la tentación de Jesús fue para ver si él tenía el poder de hacer un milagro, es decir, una prueba de la propia confianza de Jesús en su identidad. La pregunta es una de obediencia a la voluntad del Padre". Jesús no debía probar su mesianísmo mediante el poder, sino mediante la abnegación y sujeción al Padre, son cruciales aquí las palabras de Hebreos 5. 7,8 “En los días de su vida *mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. 8 Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer" (NVI).

Jesús aprendió a obedecer con lágrimas y dolor, esa es una de las más grandes enseñanzas de este relato de la tentación. Satanás se rebeló contra Dios porque no quiso someter su voluntad a la de Dios. Jesús demostró la ineficacia del diablo y su verdadera pretensión de poder. Jesús demostró que la grandeza viene por la humildad que habilita la dependencia en Dios.



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