La ética se concibe como la reflexión del acto. Es
primordialmente la teoría, la fundamentación de los principios y normas que
constituyen la moral. Viéndose entonces a la moral como la praxis, el nivel
práctico de la acción. La moral trata de responder a la pregunta ética ¿Qué
debo hacer? Mientras la moral actúa en la conducta desde el exterior, la ética
influye desde la misma conciencia y voluntad. Así opera en el nivel humano,
¿así funciona en el cerebro de Dios? Eso es difícil de saber, no solamente difícil,
es imposible.
¿Podrá alguien sondear la mente de Dios? Pablo dijo ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le
instruirá?, pero también continuó “mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1
Corintios 2.16). El sentido del texto considerando todo el contexto esta
hablando que aquellos que son sometidos por el Espíritu Santo son capaces de
discernir las verdades espirituales. En este sentido es que Pablo dice “tenemos
la mente de Cristo”. No obstante, es imposible escudriñar el pensar y el
accionar de Dios. Y uno de varios casos difíciles de precisar es lo que ocurre
en 2 Samuel 24 con el censo de David donde mueren por este pecado 70 mil
personas.
Esta historia esta también mencionada en 1º
Crónicas 21. Una sencilla conexión lingüística con Job 2:1y Zacarías 3:1 define
a Satanás como el acusador, oponente e instigador hacia lo malo. Cuando en 2º
Samuel 24:1 dice que “Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, en
incitó a David contra ellos a que dijese: Vé, haz un censo de Israel y Judá” es
una forma de explicar que “Dios permitió que Satanás incitará a David a
censar”. Es parecido a lo sucedido en Números 21: 6 cuando menciona que “Dios
envió entre el serpiente ardientes que mordían al pueblo, y murió mucho pueblo
de Israel”. En este caso el verbo “enviar” del hebreo “shalaj” se puede
traducir como “dejar” (En Deuteronomio 22:7 el mismo verbo shalaj se traduce
como “dejarás ir”). Dios no envió las serpientes, Dios permitió que estas
entraran al campamento, y esto fue posible cuando Dios “dejo ir” su protección.
Dios en su ira santa no interviene para
proteger a David ni a su pueblo y deja que Satanás actúe. David demora cerca de
9 meses en este proceso castrense. Y este aumento del ejército iba a colocar la
confianza no en Dios, sino en el poderío militar. Realizar este ejercicio
demostraba el orgullo, grandeza y ambición del rey. Dios castiga la impiedad y
da al rey tres soluciones, David inteligentemente escoge “caer en manos de Dios
y no del hombre” “Así Jehová envió una peste en Israel, y murieron de Israel
setenta mil hombres”. El verbo usado acá para “envió” es “natán” que tiene una
raíz primaria de “dar” y en el versículo siguiente, el 15 “Y envió Jehová el
ángel a Jerusalén para destruirla” se utiliza “shalaj”. La desobediencia trae
muerte y David en el versículo 17 hace un mea culpa “¿No soy yo el que hizo
contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; pero
estas ovejas, ¿qué han hecho?
Y ahora estamos tratando de entender la ética
de Dios, la reflexión de su conciencia ante una desafortunada acción. Dios no
iba a dejar pasar por alto esta transgresión. Y su praxis es la de aniquilar a
“otros” y no a “aquel” que desde el primer momento asumió la culpabilidad ¿por
qué? ¿por qué pagan justos por pecadores? En 2º Samuel 24:10 y en 1º Crónicas
21:8 David reconoce “He pecado gravemente”, el adverbio hebreo gravemente
“meod” señala algo “vehementemente rápido” con el sentido de “gravísimo”.
Aquí se pueden sacar varias respuestas, pero
la más importante desde mi punto personal es que en cada pensamiento y praxis
de Dios, siempre hay un doble foco con la persona de su Hijo. David fue el
culpable, pero pagaron otros. El hombre fue el culpable del pecado, pero pagó
otro, ¿quién? el Hijo de Dios. En el mismo lugar donde se detuvo el ángel,
Abrahán muchos años atrás “sacrificó” a su hijo Isaac, el Monte Moriah. Mismo
lugar donde Salomón construiría el Templo. Templo donde moraba la presencia de
Dios.
Elena White comentando este pasaje dice que
el pueblo había participado de los mismos pecados que motivaron la acción de
David. Y que así como el pecado de Absalón trajo castigos sobre David, por
medio del error de David, castigó los pecados de Israel (PP, pp. 810,811). Y
esta es la tendencia desde que el pecado existe sobre la tierra, “muchas veces
unos pagan por el error de otros, y aparentemente no pasa nada”. Adán y Eva
pecaron y un inocente cordero tuvo que ser muerto para cubrir su desnudez. Caín
pecó y Abel el justo pagó su obediencia con su muerte. José paga con cárcel su
adherencia a la honradez y principios. Moisés conductor hacia la tierra
prometida no puede entrar a ella. Urías obtiene la muerte por su lealtad.
Daniel es lanzado a los leones por su fidelidad. Esteban es apedreado por su
obediencia y la mayoría de los apóstoles pasaron por la muerte porque ellos
entendían que si “eran atribulados era para su consolación y salvación” (2º
Corintios 1.6).
Toda la retribución de miseria, dolor y
muerte en un justo por una falta que no cometió es una figura mínima para entender
el gran precio de la salvación. “Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por
nosotros” (2º Corintios 5.21). Hoy día, en un contexto de “libertad religiosa”
mueren cristianos, algunos han sido quemados vivos, degollados; otros son
encarcelados, ridiculizados, con privaciones, abandonados, expropiados sin que
se haga justicia, y sobre los responsables no caen sentencias viviendo
impunemente. E inclusive muertes y persecuciones vividas dentro de la misma fe
e iglesia, pagando unos las negligencias y apatías de otros por pensar y actuar
diferente, tal como hemos visto en el pecado de David trayendo aniquilamiento
de parte de Dios en otros aparentemente “inocentes”. Que tal vez no te toque hoy a ti
ni a mí, no significa que no tenga o pueda pasar, porque todo aquel que aceptó el
evangelio tendrá que ser responsable de su fe adentro y fuera de la iglesia.
La moral de Dios no esta manchada ni
influenciada por los rasgos del pecado. Dios se mueve libremente y actúa de
acuerdo a sus propósitos, inescrutables, “ilógicos” ya sea en relación a sus
hijos que le buscan y aman, como aquellos que viven sin la más mínima caridad.
Su sol se pone sobre buenos y malos y hacer llover sobre ellos en igual manera.
Nosotros como cristianos no estamos acá en la tierra para entender el accionar
de Dios, porque para algunos sus propósitos siempre serán impositivos, coercitivos y punitivos. Somos entes morales que buscamos vivir de acuerdo a
las verdades de su Palabra, aún si no la comprendes.
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