RESUMEN
Capítulo 1: La iglesia es un
milagro
Para la Iglesia
Adventista del Séptimo Día, este es el mejor de los momentos. Pero al mismo
tiempo es el peor de los momentos.
La iglesia está en su
mejor momento porque está creciendo como nunca antes.
Pero es el peor de
los momentos porque la posibilidad de un cisma es ahora una amenaza mucho más
real que antes. Es un milagro que la iglesia permanezca unida hasta ahora a
nivel mundial. Pero, ¿podrá seguir unida sin dividirse?
Capítulo 2: El espíritu de la
época
La sociedad
contemporánea glorifica de la noche a la mañana a las celebridades, pero con la
misma velocidad las defenestra en cualquier momento. Esto afecta a artistas,
deportistas, políticos y cualquier persona que se destaque de alguna manera.
Por eso es
tremendamente difícil ejercer el liderazgo en la actualidad. El problema es que
la gente espera soluciones inmediatas. Pero muchos problemas son de difícil
solución porque involucran una maraña de relaciones humanas, prejuicios, un
lastre del pasado, temores, envidias, avaricia, etc.
Hoy se desafía y se
rechaza toda autoridad. La sociedad se deleita en señalar los errores de los
líderes y los desgasta rápidamente.
La época actual
también se caracteriza por el individualismo, que lleva al pluralismo y al
relativismo. La regla es: quiero mi
placer, hacer lo que a mi me gusta, y
lo quiero ahora.
Otra característica
de nuestra época es que se confunde el estilo con la sustancia. La apariencia
exterior de una persona es más importante que lo que esa persona tiene para
ofrecer. Lo que más vale es la impresión que su presencia deja en los demás, y
no el contenido o las ideas que presenta. La Televisión ha contribuido a este
cambio más que ninguna otra cosa. Nos ha hecho ser más superficiales, atados a
las apariencias. Ha promovido el análisis instantáneo y la exigencia de
respuestas instantáneas. Ha fomentado el individualismo. La televisión ha
ayudado a fragmentar la iglesia. Así como está desintegrando la sociedad, está
afectando a la iglesia.
Si antes los líderes
de la iglesia podían trazar planes e imponerlos a la iglesia, ahora cualquier
plan trazado por el liderazgo de la iglesia posiblemente será rechazado
instantáneamente, sin importar cuán bueno sea.
Si antes las asambleas
de obreros hacían que los pastores viajaran con sentimiento de culpa, ahora
muchos presidentes de asociaciones ni siquiera pueden lograr que sus obreros
asistan a las asambleas.
Si antes las iglesias
seguían incondicionalmente los planes de la asociación, ahora algunas iglesias
hacen lo que les place desobedeciendo la reglamentación de la iglesia, incluso
en la administración de los fondos de la iglesia.
Vivimos en una época
muy difícil para liderar la iglesia.
Capítulo 3: Necesitamos un
reavivamiento
Somos Laodicea.
Aseguramos ser el pueblo que espera el regreso de Jesús. Pero frecuentemente la
forma en que vivimos niega lo que decimos. Necesitamos una reforma. Por eso los
grupos reformistas encuentran seguidores. El problema es que su llamado al
reavivamiento y la reforma va más allá de la exhortación dentro de la
organización, y que ellos organizan sus reuniones campestres independientes e
imprimen sus propios periódicos.
Lamentablemente, en
la iglesia hay individuos e incluso líderes que caen en pecado. Los grupos
reformistas se especializan en señalar ese tipo de errores, pero se olvidan que
el amor “no se goza de la injusticia” (1 Cor. 13:6).
Según la Biblia, la
reforma genuina significa un cambio en la manera en que nos relacionamos con
nuestros semejantes. Significa tratarlos con justicia y con amor, como hijos de
Dios (ver Isaías 58). La verdadera reforma trae la presencia de Jesús a nuestra
vida como nuestro Señor y Rey. Como resultado, nuestra vida refleja su vida de
abnegación y amor, pureza, honestidad y justicia.
Pero no es eso lo que
proclaman los grupos reformistas. Sus publicaciones tienen listas de lo que se
puede hacer y lo que no se debe hacer, olvidando lo más importante.
La iglesia necesita
una reforma, pero una reforma bíblica. Necesitamos a Cristo como el centro de
nuestras vidas. Necesitamos volver a la Biblia, para ser hombres y mujeres del
Libro otra vez.
Capítulo 4: Diferencias
generacionales
La brecha
generacional es tan antigua como la Biblia (ver la historia de Roboam en 1
Reyes 12). Sin embargo, actualmente la brecha ha crecido hasta convertirse en
un abismo. Esto se debe a que la familia, que sostenía a la sociedad y mitigaba
las diferencias generacionales, se está desintegrando.
Muy pocas familias
tienen a los abuelos en casa. Más de la mitad de las madres de niños pequeños
trabajan fuera de la casa. Hay cada vez más divorcios. Las relaciones con los
padres se han vuelto confusas.
Sin la correcta
interacción entre las generaciones, las relaciones se han fracturado. Cada
generación tiene su propia jerga, sus héroes, su música, sus valores. Más y
más, cada generación habla solamente a aquellos de su propia generación y
encuentra incomprensibles a los de las otras, de modo que ni vale la pena
intentar la comunicación con ellos.
El marketing moderno acentúa las
diferencias. La publicidad va dirigida a una audiencia muy específica. Por
ejemplo, basta con mirar la enorme variedad de revistas que se ofrecen, para
cada edad y tipo de persona.
Todas las
denominaciones han sufrido la pérdida de muchos miembros de la generación Baby Boomers (nacidos entre 1943 y
1964). Esta generación le dio la espalda a muchos de los valores de sus
mayores. Cuestionan todo, experimentan todo, mantienen algunas cosas y rechazan
otras. Muchos descartan el matrimonio. Pero cuando tienen hijos, un buen número
regresa a la iglesia. No necesariamente a la iglesia de su niñez, sino que
buscan una iglesia en la que se sientan a gusto.
Por otro lado, más y
más los niños tienen su propio culto, así como los jóvenes. Se hacen retiros
para solos, para mujeres, a veces para hombres, para divorciados, etc. Es
cierto que cada grupo tiene sus necesidades particulares. Pero ¿cómo cuidamos
que esto no lleve a la fragmentación de la iglesia? ¿Cuándo unimos nuestros
corazones y voces en un cuerpo, una
familia en el Señor?
La música
posiblemente produzca más discusiones que ningún otro asunto. Otra área en la
que vemos diferencias generacionales es las finanzas. Los Baby Boomers son más selectivos en sus ofrendas, menos
comprometidos en su apoyo leal a los programas de la iglesia.
Capítulo 5: Educación, ¿pieza
maestra o monstruo?
Creemos que, a pesar
de todos sus defectos, nuestras instituciones educativas son el mejor lugar
para enviar a nuestros hijos. Algunos adventistas quieren que nuestras
instituciones educativas corrijan lo que está ocurriendo en los hogares y las
iglesias adventistas. Pero como no lo hacen, ni pueden hacerlo, estas personas
hablan mal de nuestras instituciones educativas.
Otros adventistas
están dolidos porque sus hijos y nietos no van más a la iglesia, y
frecuentemente echan la culpa a nuestras instituciones educativas.
Elena de White
escribió que nuestras instituciones educativas deberían “educar a los jóvenes
para que sean pensadores, y no meros reflectores de los pensamientos de los
pensamientos de otros hombres” (Ed., 17). Las instituciones educativas
adventistas han tratado de seguir este consejo. Mientras presentan la
alternativa cristiana, han animado a los estudiantes a pensar por sí mismos y
defender su posición.
Y hemos llegado a ser
víctimas de nuestro propio éxito. Nuestros jóvenes han estudiado y pensado por
sí mismos, y muchos han concluido con respuestas diferentes a las nuestras. No
tanto respecto de la teología, pues muy pocos jóvenes desafían nuestras
doctrinas, sino respecto de algunos aspectos del estilo de vida adventista.
Ellos han evaluado nuestros argumentos, nuestro uso de las Escrituras, y han
llegado a conclusiones diferentes de las nuestras.
En particular, ven
poco sustento para nuestras normas de vestimenta. Los adultos señalan textos
bíblicos que prohíben las joyas, por ejemplo, pero ellos encuentran otros
textos que parecen ir en la dirección contraria. Pero además, encuentran
inconsistencias: los adultos pueden condenar duramente un anillo o una pulsera,
pero usan un sujeta corbata de oro o un reloj de oro, y conducen un Mercedes
Benz o un Cadillac.
A nivel mundial, uno
encuentra grandes diferencias entre los adventistas en cuanto al estilo de
vida. La observancia del sábado entre Europa y Norteamérica, e incluso dentro
de Norteamérica, varía mucho.
Desde una perspectiva
humana, el esfuerzo por preservar la Iglesia Adventista como una iglesia
mundial con un estilo de vida distintivo parece un sueño imposible. Sin
embargo, a pesar de las diferencias, hay una unidad de estilo de vida
adventista alrededor del globo terráqueo.
La observancia del
sábado nos une. Y los adventistas de todo el mundo procuran vivir en forma
saludable, evitando el tabaco, las bebidas alcohólicas y las drogas. Los
adventistas de cualquier parte del mundo tienen una mejor apariencia que las
demás personas, son más sanos, más limpios, más felices.
Otra área de estilo
de vida en la que la iglesia se está fragmentando es la de los entretenimientos,
en particular las películas. En esta área, necesitamos desesperadamente limpiar
nuestras acciones. A pesar de nuestra pretensión de adhesión a una norma
elevada, estamos mucho peor que muchos evangélicos cuyos hábitos de mirar
películas y televisión son más puros que los nuestros.
Lo peor es nuestra
parálisis de silencio acerca del tema. Por años hemos dicho que los adventistas
no van al cine, y dimos nuestras razones y tratamos de encontrar textos para
apoyarlas. Esta es teóricamente todavía nuestra norma, pero ha sido rechazada
masivamente. Nuestras viejas razones ya no sirven: no hace falta ir al cine,
porque las películas entran a nuestro hogar mediante la televisión, los videos,
los DVDs alquilados, o Internet. Además, nuestras instituciones educativas e
iglesias presentan películas.
El resultado es que
muchos adventistas miran basura. Dejan que la televisión siga encendida y los
seduzca a mirar shows y películas objetables. No prestan atención a los valores
que transmiten. Necesitamos aprender a seleccionar películas y programas
apropiados para los cristianos. Nuestros miembros podrían beneficiarse de una
crítica de las películas y programas respecto de sus valores. Los evangélicos
proveen esa educación y esas críticas. Nosotros no; estamos atrapados en una
parálisis de silencio.
Mis diálogos con
jóvenes adultos adventistas me han llevado a la conclusión de que la doble
norma de la iglesia respecto de las películas y la televisión afecta
tremendamente la credibilidad de la iglesia.
Hay un aspecto más
relacionado con la educación, que surgió a principios del siglo XX. La iglesia
estableció una institución para preparar médicos en Loma Linda. Pero para que
sus egresados pudieran ejercer la medicina, la institución debía estar acreditada.
Esto trajo consecuencias respecto del currículum, los profesores y la
biblioteca. Una tras otra, nuestras instituciones educativas optaron por la
acreditación, aunque el proceso fue lento y resistido por muchos, tanto en las
propias instituciones como en la Asociación General.
Otro paso importante
fue cuando decidimos establecer universidades. El concepto mismo de universidad
demanda apertura de ideas, investigación y búsqueda de la verdad.
A veces me pregunto
si nos dimos cuenta en qué nos metíamos cuando decidimos establecer
universidades. ¿Anticipamos la apertura al conocimiento y a cuestionar todo que
eso traería, con la posibilidad de dividir la iglesia que eso implicaría
inevitablemente?
No estoy lamentando
que la iglesia haya establecido universidades. Pero las ventajas tienen un
costo. Como resultado, tenemos una membresía mejor educada que la población en
general, pero también se ha ensanchado la brecha entre los más educados y los
menos educados dentro de la iglesia. Y enfrentamos un triste modelo: la gente
se une a la iglesia, sus hijos ascienden socialmente gracias a la educación
adventista, pero en la siguiente generación, sus nietos, aun mejor educados,
salen de la iglesia en una proporción elevada.
Capítulo 6: Tecnología moderna
Las nuevas
tecnologías han facilitado que los grupos disidentes multipliquen su
influencia.
Hay ministerios
independientes excelentes que se esfuerzan por llevar adelante la misión de la
iglesia, tales como Adventist Frontier Missions (que envía jóvenes como misioneros
a lugares sin presencia adventista), Maranatha Volunteers International (que
organiza voluntarios para construir iglesias y escuelas en diversos países) y
Adventist Laymen’s Services & Industries (ASI, que apoya la difusión del
evangelio de diversas maneras).
Pero en contraste hay
otros ministerios que en lugar de llevar el evangelio al mundo que perece, se
concentran en los errores y faltas de la iglesia. Son super críticos y
acusadores. Piensan que su misión es reprender las faltas (según las ven ellos)
de los líderes e instituciones adventistas.
Si no existiera la
Iglesia Adventista, estos ministerios no existirían. Son parásitos de la
iglesia. Siempre se presentan como adventistas leales a la iglesia. Invitan a
sus lectores a que los apoyen financieramente aunque nunca dan a conocer una
auditoría que verifique cómo usan los diezmos y ofrendas que reciben.
Demasiados
adventistas parecen pensar que cualquier cosa que aparezca impresa o en
Internet es creíble. ¿Cuándo aprenderá nuestro pueblo a examinar todo y retener
lo bueno (1 Tes. 5:21)?
Los videos tienen un
poder asombroso para persuadir, mucho más que las publicaciones. En las manos
de un manipulador hábil, pueden engañar aun a los escogidos. Pero “por sus
frutos los conoceréis” (Mat. 7:16).
La forma de error más
difícil de enfrentar es la que viene mezclada con la verdad. Si estos
ministerios independientes se separaran e iniciaran una nueva denominación, no
serían un problema. Ellos están directamente en contra de la creencia
fundamental número 14, titulada “Unidad en el Cuerpo de Cristo”.
Posiblemente
tendremos disidentes con nosotros hasta que regrese el Señor. Su potencial para
fragmentar la iglesia es mayor que nunca antes debido a que la tecnología
moderna multiplica su influencia.
¿Cómo los trataremos?
Con paciencia, con amor, y con sabiduría. Solo el Señor puede darnos esas
virtudes.
Capítulo 7: Frustración por la
“demora”
¿Por qué estamos aquí
todavía? ¿Cuánto más tenemos que esperar? ¿Por qué Jesús no vino todavía?
Presentaré las tres respuestas principales que se han dado:
Primera respuesta: agotamiento escatológico. A algunos miembros la
esperanza de la segunda venida ya no les importa prácticamente nada. Son
adventistas solo de nombre.
Segunda respuesta: fiebre escatológica. Otros están febrilmente
calculando cuándo vendrá el Señor. Elaboran cuadros, calendarios y ponen
fechas. Pero esto no es bíblico (Mat. 24:36), y en última instancia lleva al
agotamiento escatológico luego de que pasan las fechas y Cristo no regresa.
Tercera respuesta: teología escatológica. Me refiero a las teorías
que algunos han desarrollado para explicar por qué se demora la Segunda Venida.
Hay dos clases: algunos se centran en lo que nosotros deberíamos hacer, otras
en lo que deberíamos predicar.
Los que se refieren a
nuestras acciones, hablan de la misión (Mat. 24:14) o la perfección de carácter
del remanente (Apoc. 14:1-5). Esto lleva al “principio de la cosecha”, que pone
la culpa sobre nosotros por la demora.
Los que se refieren a
lo que deberíamos predicar, enfatizan uno de los siguientes aspectos: la
justificación por la fe, o la victoria sobre el pecado en nuestras vidas
personales.
¿Qué hacer ante estas
diferentes respuestas?
1. Recordar que
bíblicamente los que hablan de la demora de la segunda venida son los que están
del otro lado del cerco (Mat. 24:48, 49; 2 Ped. 3:3, 4). Bíblicamente, los que
hablan de la demora son los descuidados o los incrédulos.
2. La Biblia no apoya
la idea de que los seres humanos podamos frustrar los planes de Dios. Él es
soberano.
3. En el plan de
Dios, la humanidad y la divinidad cooperan juntas. Tenemos una parte que
cumplir, pero en última instancia Dios está en el control.
4. Al hacer teología
siempre debemos asegurarnos de comenzar con el Centro: Jesús. Si comenzamos con
la escatología, estamos comenzando con lo que debería estar al final.
Capítulo 8: Crecimiento
asombroso
Esta es otra área en
la que hemos llegado a ser víctimas de nuestro propio éxito. El crecimiento
sorprendente que estamos teniendo genera tremendas tensiones para una iglesia
que busca continuar como un solo cuerpo mundial. Me concentraré solamente en
dos aspectos de tensión: dinero y raza.
Cuanto más crece la
iglesia en áreas subdesarrolladas, mayor es la presión sobre el dólar estadounidense.
Como la iglesia continúa creciendo más rápidamente en áreas débiles
financieramente, cada año se hace más difícil equilibrar el presupuesto. Cuando
escasea el dinero, es fácil pensar y actuar egoístamente, y echar la culpa a
otros.
Pero antes de
mencionar las consecuencias negativas de esta situación, quiero aclarar dos
cosas. Primero, estos problemas son los mejores que podríamos tener, porque son
problemas de crecimiento. Deberíamos estar contentos por tenerlos y
considerarlos como desafíos y oportunidades. Segundo, el Señor continúa
bendiciendo a nuestra iglesia con recursos financieros multiplicados. Aunque
los diezmos y las ofrendas no han crecido en la misma proporción que la
membresía, el cuadro financiero general continúa siendo bueno.
Veamos las posibles
opciones negativas frente a esta situación:
La opción de
ciudadanos de segunda clase: contentarnos con las enormes diferencias en cuanto
a oportunidades para adorar y crecimiento personal. En lugar de eso, deberíamos
esforzarnos por tratar de lograr igualdad de oportunidades en los siguientes
aspectos: mantenimiento de la vida, un lugar para adorar a Dios, literatura
cristiana en su idioma, cada niño debería tener acceso a la educación.
La opción de los
ricos y los pobres: luchar para controlar las finanzas. Los ricos podrían usar
su prosperidad como elemento de presión y control, mientras que los pobres
podrían reaccionar resentidos por la injusticia.
La opción de votar en
bloque: en un congreso de la asociación general.
La opción de representación
distorsionada: dar más votos a los que más aportan financieramente.
La opción de las
iglesias nacionales: como los luteranos, los metodistas, los bautistas y los
episcopales. Esta sería la opción extrema. Dejaríamos de ser una iglesia mundial
única.
Termino este capítulo
mencionando dos cosas positivas:
Primero, que la
iglesia está enfatizando la necesidad de que todas las divisiones sean auto
sustentables.
Segundo, que el Señor
ha bendecido grandemente a algunos individuos y ha puesto en sus corazones el
deseo de cooperar en proyectos necesarios.
Capítulo 9: muchas voces,
muchos gurús
En lugar de Pedro,
Apolos o Pablo (como en Corinto), hoy tenemos a Venden, Spear, Wieland y
Sequeira. Y muchos otros, como Knight, Standish, Maxwell, Larson, Waggoner,
Jones, Short, Ford, Grosboll, Osborne, y quién sabe cuántos más.
Estos individuos no
necesariamente han buscado el status de gurús. Posiblemente la mayoría de ellos
lo ha resistido. El problema no está primariamente en ellos sino en los adventistas
que idolatran sus enseñanzas.
Esto es insalubre,
tanto para el gurú como para sus seguidores.
Incluso los teólogos
adventistas han comenzado a fragmentarse. Una cosa es tener diferencias de
opinión. Mucho más serio es institucionalizar las diferencias. Pero eso es lo
que está ocurriendo. A fines de la década de 1970 se creó la Andrews Society of
Religious Studies (que luego cambió su nombre por el de Adventist Society of
Religious Studies). Pero por discrepancias entre los teólogos finalmente se creó
otra sociedad, la Adventist Theological Society. Nuestros teólogos están
divididos.
No obstante, el hecho
de que haya agitación teológica entre nosotros es algo positivo. Indica que
para nosotros las doctrinas continúan siendo importantes. Esto es bueno en la
medida en que no sigamos ciegamente a un líder humano, no comencemos a
etiquetar a los que no ven las cosas como nosotros, reconozcamos que nadie
tiene la llave de toda la verdad, y busquemos la verdad mediante el Espíritu
Santo y no mediante agencias humanas.
Capítulo 10: Dos corrientes
teológicas
Para algunos
adventistas, el año 1957 marcó un cambio de rumbo con la publicación del libro Questions on Doctrine [Los adventistas
responden preguntas sobre doctrina], especialmente en cuanto a la naturaleza
humana de Jesús y la expiación.
Pero la división
entre los adventistas se remonta más atrás, al año 1888. Al respecto se ha
escrito tanto que el adventista promedio se siente un tanto confundido.
El evangelio siempre
involucra el lado divino y el lado humano. Nuestra salvación ocurre cuando
cooperamos con Dios. Como hay que mantener el equilibrio combinando la parte
divina y la humana, es fácil distorsionar el evangelio y convertirlo en un
falso evangelio.
Desde Minneapolis
tenemos dos corrientes teológicas. Una da prioridad a lo divino, la otra a lo
humano. Actualmente, una enfatiza la gracia, la otra enfatiza la victoria.
En realidad, tanto la
gracia como la victoria son importantes. Ambas deben estar presentes. El asunto
no es elegir una de las dos, sino cuál se enfatiza más a expensas de la otra.
Prácticamente todos los teólogos y escritores adventistas posteriores a 1888 se
pueden clasificar fácilmente en una o en la otra corriente.
Los movimientos
independientes radicales enfatizan el lado humano, la victoria. Para ellos,
Jesús tuvo una naturaleza pecaminosa y la segunda venida se demora porque el
Señor está esperando que su pueblo alcance un estado de perfección impecable.
¿Por qué hay tantos
adventistas fríos, apáticos, sin gozo, críticos? Quizás porque no han
experimentado el poder de la gracia.
Capítulo 11: Nace una nueva
iglesia
La iglesia está
cambiando rápidamente. Para el año 2020, por ejemplo, la iglesia podría ser
así:
- Una iglesia en la
cual predomina el español, no el inglés.
- Una iglesia en la
cual los blancos son una minoría.
- Una iglesia con un
presidente de la Asociación General de origen asiático.
- Una iglesia en la
que muchas mujeres podrían ser pastoras.
- Una iglesia con
nuevas estructuras en vez de asociaciones y uniones.
- Una iglesia con una
organización financiera reformada.
- Una iglesia en la
que la Asociación General actúa como un centro de distribución de ideas y de
personas, que da liderazgo espiritual y no tanto administrativo.
Pero en lugar de hacer
futurología, soñemos cómo quisiera Dios que sea su iglesia para el año 2020:
- Un cuerpo de
personas que se goza en la salvación por la fe.
- Una comunidad de
amor y aceptación, sin prejuicios ni barreras de raza, casta o sexo.
- Una comunidad de
iguales en la que todos tienen su lugar y nadie se enseñorea sobre otro.
- Una comunidad que
actua con justicia y honestidad con todos.
- Los líderes son
siervos de la comunidad, que animan la expresión y participación de cada
individuo.
- Cada talento es desarrollado
y utilizado.
A menudo hablamos de
“nosotros-ellos”, separándonos a nosotros mismos del cuerpo de la iglesia. Pero
nosotros somos la iglesia. Yo soy la iglesia.
Hemos sido lentos
para confrontar y corregir las normas sociales que contradicen el evangelio.
Hemos sido lentos para pagar a las mujeres el mismo salario que pagamos a los
hombres por el mismo trabajo.
Dios nos llama a una
norma más elevada. Debemos permitir que el Espíritu Santo reprenda nuestro
orgullo y prejuicio.
Capítulo 12: ¿Se dividirá la
iglesia?
Creo que la iglesia
afrontará estos desafíos y saldrá ilesa. Creo que no se dividirá, por las
siguientes cuatro razones:
Primero, porque
Cristo es la Cabeza de la iglesia.
Segundo, porque la
Biblia predice que al fin del tiempo habrá solo una iglesia que sigue a Jesús y
guarda su Ley.
Tercero, porque en el
pasado la iglesia ha resistido grandes presiones que parecían capaces de
fragmentarla.
Cuarto, porque Juan
vio la iglesia de los últimos días y la vio victoriosa.
Mientras tanto, ¿qué
podemos hacer para evitar que se fragmente la iglesia? Tres cosas:
Primero, ayudemos a
nuestro pueblo a hacer frente al cambio. Necesitamos una teología del cambio,
un punto de vista bíblico del cambio. El cambio no es malo en sí mismo. Todo lo
que es vivo, cambia. El cambio se impone sobre la iglesia desde tres
perspectivas: el crecimiento trae cambio, los tiempos cambiantes demandan una
iglesia cambiante, y Dios quiere cambiarnos a su imagen.
Segundo, aclaremos
qué significa ser un adventista del séptimo día. Hay diferentes ideas en cuanto
a cuál es la esencia del adventismo: desde salvación por medio del gluten hasta
calcular el año del regreso de Cristo. Eso no es la esencia. Un buen punto de
partida son las 28 creencias fundamentales.
Finalmente, eduquemos
a los miembros en cuanto a las implicaciones del evangelio. Necesitamos
enseñarles qué significa ser uno en Cristo.
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